La guardería de María Cala


Había una vez una niña llamada María Cala, quien todos los días iba a la guardería. Ella amaba ir allí porque tenía muchos amigos con quienes jugar y divertirse.

Un día, mientras jugaban en el parque de la guardería, María vio a un niño nuevo que estaba sentado solo en un rincón. Se acercó a él y le preguntó:- Hola, ¿cómo te llamas? - Me llamo Juan -respondió el niño con timidez.

María notó que Juan parecía triste y solitario, así que decidió hacer algo al respecto. Le preguntó si quería jugar con ella y sus amigos, a lo que Juan aceptó felizmente.

A partir de ese día, Juan se convirtió en parte del grupo de amigos de María y juntos disfrutaban de todas las actividades divertidas que ofrecía la guardería. Sin embargo, un día llegaron noticias tristes: la guardería cerraría debido a problemas financieros.

María estaba muy triste al escuchar esto porque no sabría qué hacer sin su lugar favorito para jugar y pasar tiempo con sus amigos. Pero ella no se dio por vencida tan fácilmente; decidió hablar con sus padres para ver si podían ayudar de alguna manera.

Después de algunas conversaciones telefónicas y reuniones entre los padres y los dueños de la guardería, se encontró una solución: todos los padres colaborarían económicamente para mantener abierta la guardería.

María estaba emocionada al enterarse de esta noticia; había aprendido que siempre hay una forma positiva de enfrentar las dificultades y trabajar juntos como comunidad puede lograr grandes cosas. Desde ese día, la guardería fue aún mejor que antes.

María y sus amigos continuaron disfrutando de su tiempo juntos y haciendo nuevos amigos en el proceso. Y así, María aprendió una valiosa lección: nunca subestimes el poder de la amistad y la comunidad para superar obstáculos.

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