La guardiana de la selva amazónica
Había una vez en la selva amazónica, una niña shipiba llamada Aya, que tenía una conexión especial con las plantas y los animales.
Desde pequeña, había aprendido de su abuela Shipiba el arte de comunicarse con la naturaleza y respetar todas sus formas de vida. Un día, mientras caminaba por el bosque, Aya escuchó un susurro proveniente de un árbol centenario. Se acercó lentamente y pudo ver a un espíritu del bosque atrapado en la red de ramas.
Sin dudarlo, la niña liberó al espíritu con cuidado y este le agradeció ofreciéndole un collar mágico que le permitiría hablar con todas las plantas del bosque.
A partir de ese momento, Aya se convirtió en la guardiana del bosque y velaba por el bienestar de cada ser vivo que habitaba en él. Las plantas florecían más hermosas, los animales se acercaban sin miedo y el agua fluía cristalina gracias a su amorosa intervención.
Un día, unos cazadores furtivos llegaron al bosque con la intención de capturar a los animales para vender su piel. Aya sintió el peligro inminente y decidió actuar rápidamente.
Se comunicó con los árboles más altos para que movieran sus ramas y asustaran a los cazadores, les pidió a las lianas que atraparan sus pies impidiendo su avance y solicitó ayuda a los pájaros para que cantaran fuerte alertando a todos los habitantes del bosque.
Los cazadores, sorprendidos por lo que estaban viviendo, decidieron huir despavoridos ante lo inexplicable de la situación. Aya les advirtió antes de irse: "-El bosque es nuestro hogar y debemos protegerlo siempre".
Desde ese día, la fama de la valiente niña shipiba se extendió por toda la región amazónica. Muchos buscaban su sabiduría para aprender a convivir en armonía con la naturaleza como ella lo hacía.
Y así fue como Aya demostró al mundo entero que cuando se ama verdaderamente a la madre tierra y se respeta cada forma de vida que en ella habita, se puede lograr una relación armoniosa donde todos vivan en paz y prosperidad. Fin
FIN.