La Guardiana de las Montañas


Milagros era una niña curiosa y aventurera que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Siempre estaba acompañada por su fiel compañera, una perrita mestiza llamada Ski.

Juntas recorrían los campos, exploraban el bosque y se divertían bajo el sol. Un día, mientras caminaban por el sendero del río, Milagros vio algo brillando entre las piedras. Se agachó y descubrió un medallón dorado con extraños símbolos grabados.

Sin dudarlo, lo guardó en su bolsillo y siguió jugando con Ski. Al llegar a casa, Milagros mostró el medallón a su abuela, quien lo observó sorprendida. "-Este medallón es muy especial, Milagros.

Pertenece a una antigua leyenda de nuestro pueblo", dijo la abuela con voz misteriosa. Intrigada por la historia detrás del medallón, Milagros decidió investigar más sobre él junto a Ski. Juntas buscaron pistas en libros antiguos y preguntaron a los ancianos del pueblo hasta dar con la verdad.

El medallón pertenecía a la leyenda de los Guardianes de las Montañas: seres mágicos que protegían la naturaleza y velaban por la armonía del lugar. Según la leyenda, cada generación debía encontrar al Guardián siguiente para asegurar la continuidad de su labor.

Con valentía y determinación, Milagros decidió emprender la búsqueda del próximo Guardián junto a Ski. Recorrieron cuevas oscuras, cruzaron ríos caudalosos y escalaron las altas cumbres de las montañas en busca de pistas.

Finalmente, tras superar numerosos desafíos y obstáculos, Milagros llegó a una gruta secreta donde encontró al nuevo Guardián: un lobo blanco majestuoso con ojos brillantes como estrellas. "-Hola, pequeña exploradora.

Has demostrado tu valentía y nobleza en esta búsqueda", dijo el lobo con voz profunda pero amable. Milagros supo entonces que había cumplido su misión y que era hora de regresar al pueblo junto a Ski.

Con lágrimas en los ojos despidió al Guardián sabiendo que siempre estaría allí para proteger las montañas y guiarla desde lejos. De vuelta en casa, Milagros compartió su increíble aventura con todos en el pueblo quienes escucharon maravillados su relato.

Desde ese día, ella supo que siempre tendría un amigo especial en Ski; juntas habían demostrado que la verdadera amistad trascendía cualquier límite e incluso podían ser Guardianes de las Montañas si así lo deseaban.

Y así fue como Milagros y Ski se convirtieron en amigos hasta la eternidad: compartiendo aventuras inolvidables y cuidando juntas de su hogar entre las montañas.

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