La Guardiana del Jardín Encantado
Había una vez en un reino muy lejano, una hermosa princesa llamada Aurora, conocida por todos como la Bella Durmiente.
Después de despertar del profundo sueño en el que había sido sumida por un hechizo malvado, Aurora decidió salir a explorar el bosque que rodeaba su castillo. Con su vestido azul brillante y sus largos cabellos dorados ondeando al viento, la princesa caminaba entre los árboles con curiosidad y alegría.
Los pájaros cantaban alegremente a su paso y los animales del bosque se acercaban para saludarla. De repente, Aurora escuchó un ruido proveniente de unos arbustos cercanos. Con valentía, se acercó para descubrir qué lo causaba.
Para su sorpresa, encontró a un pequeño zorrito atrapado entre las ramas. "¡Oh, pobrecito! ¿Estás bien?", preguntó Aurora con ternura mientras liberaba al animalito. El zorrito la miró con gratitud y comenzó a seguir a la princesa en su paseo por el bosque.
Juntos recorrieron praderas llenas de flores de colores vibrantes y cruzaron arroyos cristalinos donde peces juguetones nadaban. Mientras caminaban, el zorrito le contaba a Aurora sobre la importancia de cuidar la naturaleza y respetar a todos los seres vivos que habitaban en ella.
La princesa escuchaba atentamente cada palabra del sabio animalito y prometió ser una defensora del bosque y sus habitantes. De repente, llegaron a un claro donde se encontraba una anciana sentada bajo la sombra de un árbol.
La mujer sonrió al ver a Aurora y le dijo:"Princesa Aurora, has demostrado tener un corazón noble y valiente al ayudar al zorrito. Ahora debes enfrentarte a una última prueba para asegurar la paz en este bosque".
La anciana desapareció ante los ojos asombrados de la princesa, dejando solo una llave brillante sobre el césped. Sin dudarlo, Aurora tomó la llave y siguió las indicaciones que le dio el zorrito para llegar hasta una vieja puerta oculta entre los árboles.
Al abrir la puerta con la llave mágica, Aurora descubrió un jardín encantado lleno de flores exóticas y mariposas multicolores revoloteando felizmente. En el centro del jardín brillaba una fuente cuyas aguas cantarinas parecían invitarla a sumergirse en ellas.
Aurora entendió entonces que aquella era su misión final: proteger ese jardín encantado como guardiana de la naturaleza. Con determinación en sus ojos, juró cuidarlo con amor y dedicación durante toda su vida.
Desde ese día, la Bella Durmiente se convirtió en símbolo de esperanza y compromiso con el medio ambiente en todo el reino. Y cada vez que salía de paseo por el bosque recordaba aquella aventura que cambió su destino para siempre.
FIN.