La guardiana del parque
Había una vez una niña llamada Olivia, que tenía la capacidad de entender el lenguaje de los animales. Desde muy pequeña, a Olivia le encantaba ir con su familia a pasear por el parque y disfrutar de la naturaleza.
Un día soleado, mientras caminaban por el parque, Olivia vio a un conejito muy asustado escondido detrás de un árbol.
Se acercó lentamente y le dijo:- ¡Hola conejito! ¿Por qué estás tan asustado? El conejito miró sorprendido a Olivia y respondió:- ¡Oh! Hola niña. Estoy asustado porque hay un gato grande persiguiéndome. Olivia se preocupó por el conejito y decidió ayudarlo.
Corrió hacia donde estaba el gato y le habló en voz alta:- ¡Oye gato! Deja tranquilo al conejito, él no te hizo nada. El gato se detuvo abruptamente y miró fijamente a Olivia. Sorprendido de que ella pudiera entenderlo, decidió escucharla y dejar al conejito en paz.
Agradecido, el conejito saltó hacia Olivia y le dio un beso en la mejilla. - ¡Gracias por salvarme! Eres increíble -dijo emocionado. Olivia sonrió felizmente mientras continuaba su paseo por el parque junto a su familia.
Pero esta aventura solo era el comienzo de muchas más sorpresas que esperaban a nuestra pequeña heroína. Mientras caminaban cerca del estanque del parque, Olivia escuchó unos ruiditos provenientes de los arbustos. Se acercó y encontró a un pajarito atrapado en una telaraña. - ¡Ayudaaaa! -piaba el pajarito angustiado.
Olivia no dudó ni un segundo y, con mucho cuidado, desenredó al pajarito de la telaraña. El pajarito le dio las gracias y voló felizmente hacia su nido.
A medida que pasaban los días, Olivia se había convertido en la protectora de todos los animalitos del parque. Siempre estaba dispuesta a ayudarlos y entender sus necesidades. Un día, mientras caminaban por el parque como de costumbre, Olivia escuchó unos ladridos muy tristes.
Siguiendo el sonido, encontró a un cachorrito abandonado cerca de un árbol. - ¿Qué te pasa, pequeño? -preguntó Olivia preocupada. El cachorrito levantó la cabeza y dijo:- Me han dejado aquí solo y tengo mucho miedo. Olivia sabía que tenía que hacer algo para ayudarlo.
Decidió llevarlo a casa con su familia hasta encontrarle un hogar amoroso donde pudiera ser cuidado adecuadamente. Pasaron los días y finalmente encontraron una familia responsable que adoptaría al cachorrito.
Olivia se aseguraba constantemente de visitarlo para ver cómo estaba creciendo feliz junto a su nueva familia. La historia de Olivia se difundió rápidamente por todo el barrio y muchas personas comenzaron a admirarla por su valentía y compasión hacia los animales.
Incluso recibió una medalla especial por ser una protectora incansable del reino animal. Desde aquel día en adelante, cada vez que Olivia iba al parque, todos los animalitos la saludaban y le agradecían por su ayuda.
Ella sabía que había encontrado su propósito en la vida: ser una defensora de los animales. Y así, Olivia siguió creciendo rodeada de amor y amistad, siempre dispuesta a escuchar y ayudar a los más indefensos.
Su amor por la naturaleza y los animales nunca se apagó, convirtiéndose en un ejemplo para todos aquellos que sueñan con hacer del mundo un lugar mejor.
FIN.