La Guerra Fría de los Animales



En un bosque lleno de colores y sonidos, vivían dos comunidades de animales. En un lado estaba el Grupo del Calor, que amaba el sol y todo lo caliente. Le gustaba correr, jugar y disfrutaba de cada rayo de luz. Su líder era Calorín, un alegre pajarito amarillo.

En el lado opuesto estaba el Grupo del Frío, que prefería la sombra y el frescor. Eran tranquilos y pensativos, y su líder era Frío, un sabio búho de plumas azules. Ambos grupos habían vivido en armonía por muchos años, pero un día comenzaron a tener desacuerdos.

"¡El sol es lo mejor!", gritó Calorín en una reunión.

"¡No! ¡La sombra es mucho mejor!", respondió Frío, extendiendo sus alas.

Los animales empezaron a ponerse tensos. Los del Grupo del Calor querían pasar más tiempo en el bosque soleado, mientras que los del Grupo del Frío deseaban disfrutar de su frescura. Así comenzó la llamada Guerra Fría del Bosque.

Ambos grupos se miraban con desconfianza y empezaron a hacer muros de troncos y ramas. Los del Calor construyeron una gran pared de madera que brillaba al sol, mientras los del Frío levantaron un muro lleno de hojas y sombras.

Pasaron los días y los animales olvidaron cómo jugar juntos. Se enviaban pequeñas cartas con mensajes mezquinos, recordando lo que los otros hacían mal. Pero un día, a Calorín se le ocurrió una idea.

"¿Y si organizamos un Festival del Bosque?", preguntó emocionado.

Los animales de su grupo se miraron intrigados.

"¿Pero cómo? Si no nos llevamos bien con los del Frío", contestó una ardillita.

"¡Porque necesitamos aprender a jugar de nuevo, a ser amigos!", insistió Calorín.

Y así, Calorín, decidió hacer una carta especial y la dejó en la frontera del bosque. En ella escribía:

"Querido Frío, ¿puedes venir al Festival del Bosque? Sería un lindo día si compartimos juntos. Depende de nosotros hacerlo divertido."

Al recibir la carta, Frío se quedó sorprendido.

"¿De verdad quiere que compartamos?", murmuró mientras leía el mensaje.

"¡Creo que es una buena idea!", dijo un pequeño ratón de su grupo.

"Aquí tenemos una oportunidad para arreglar las cosas", añadió Frío.

Después de pensarlo, Frío aceptó la invitación. Al día siguiente, ambos grupos se juntaron en una gran plaza del bosque, donde había sol y sombra.

Los animales se miraron con curiosidad y un poco de nervios, pero Calorín voló al centro.

"¡Bienvenidos a nuestro Festival! Para celebrar la diversidad, hicimos una mezcla de juegos calurosos y fríos. ¡Todos podemos divertirnos juntos!"

Los juegos comenzaron, había carreras al sol, que hacían reír a los del Calor, y juegos de estrategia en la sombra, que encantaban a los del Frío.

"¡Mirá, Calorín!", dijo una ardilla mientras jugaban.

"¡Estamos divirtiéndonos juntos!"

"Sí, ¡esto es genial!", agregó Frío, mientras tocaba la guitarra con algunos nuevos amigos.

El festival se llenó de risas, bailes y una deliciosa mezcla de comida. Al final del día, Frío se acercó a Calorín.

"Debemos recordar esto siempre. No somos enemigos. Juntos hacemos un gran equipo."

"¡Así es!", contestó Calorín, emocionado.

Desde aquel día, el bosque se llenó de color y alegría. Aprendieron que, aunque eran distintos, eso los hacía especiales, y que juntos podían disfrutar de un mundo lleno de matices. Ya no había muros, solo un hermoso lugar donde el sol y la sombra convivían en armonía.

Y así, los grupos de animales nunca olvidaron la lección más importante: la diversidad es una riqueza, y juntos, son más fuertes y felices.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!