La guerrera Sarita y la búsqueda del poder mágico
Había una vez en un pequeño pueblo argentino, rodeado por un denso bosque lleno de árboles grandes y misteriosos, una niña llamada Sarita. Sarita no era una niña común; desde pequeña soñaba con ser una guerrera valiente que hacía justicia y defendía a los más débiles. Tenía una melena enredada, ojos brillantes llenos de curiosidad, y siempre llevaba consigo su espada de juguete, que se la había regalado su abuelo.
Un día, mientras disfrutaba de un hermoso día en el parque, escuchó a un grupo de niños que hablaban sobre un antiguo poder mágico que se escondía en el corazón del bosque. "Dicen que quien lo encuentre podrá hacer cualquier cosa que desee!"- dijo uno de ellos entusiasmado. Sarita, emocionada, sintió que esa era su oportunidad para demostrar que podía ser una verdadera guerrera.
"¿Y si vamos juntos a buscarlo?"- propuso Sarita, con su voz decidida. Los demás se miraron escépticos. A nadie le gustaba la idea de adentrarse en el bosque profundo.
"Pero es muy peligroso, y dicen que hay criaturas mágicas"-, contestó Tomás, el más miedoso del grupo.
"¡Eso es precisamente lo que hace esto emocionante!"- exclamó Sarita, convenciendo poco a poco a sus amigos. Así fue que formarían una pequeña banda: La Banda de los Valientes.
Los niños, con Sarita al frente, se adentraron en el bosque. El aire era fresco y los árboles parecían susurrar secretos. De repente, un chasquido resonó y todos se detuvieron. "¿Qué fue eso?"- preguntó Sofía, mirando a su alrededor con temor.
Sarita, sin dudar, levantó su espada de juguete.
"¡No tengan miedo! ¡Yo los protejo!"- exclamó.
Sin embargo, al asomarse tras un arbusto, se encontraron con un travieso duende que reía a carcajadas. "¡Hola, pequeños aventureros! ¿Buscan el poder mágico, eh?"- dijo el duende.
"Sí, ¡queremos encontrarlo!"- respondió Sarita, sintiéndose cada vez más valiente.
"Entonces, deben seguirme, pero a cambio, deberán resolver tres acertijos"- ofreció el duende, moviendo su varita mágica con picardía.
Los niños se miraron entre sí, aceptaron el reto y siguieron al duende.
El primer acertijo fue sobre colores. –"¿Qué color se forma al mezclar el rojo y el azul?"- preguntó el duende. Sarita, recordando lo que había aprendido en la escuela, respondió:
"¡Violeta!"- El duende aplaudió emocionado y les guió hacia el siguiente desafío.
El segundo acertijo era sobre animales. –"¿Cuál es el único animal que no puede saltar?"- preguntó el duende. Sofía, tras pensar un momento, dijo:
"¡El elefante!"- El duende sonrió y continuó liderando a la Banda de los Valientes.
Finalmente, el tercer acertijo les hizo pensar. –"¿Qué es lo que nunca se puede tocar, pero está siempre presente?"- preguntó el duende, con un tono misterioso. Los niños se miraron confundidos. Sarita cerró los ojos y recordó todas las aventuras que habían vivido y los momentos felices.
"¡Es el tiempo!"- gritó.
El duende sonrió ampliamente y les dijo: "¡Bien hecho, chicos! Han demostrado valor y sabiduría. El verdadero poder mágico reside en la amistad y el trabajo en equipo. ¡Eso es más poderoso que cualquier hechizo!"-
Sarita y sus amigos se sintieron orgullosos. Habían aprendido que lo más importante no era el poder mágico, sino su unión y la valentía de enfrentar desafíos juntos.
El duende les dio un pequeño amuleto como recordatorio de su aventura. "Este amuleto les recordará que el verdadero poder está dentro de ustedes"- dijo.
Así, la Banda de los Valientes regresó a su pueblo con historias que contar. Sarita comprendió que cada uno de ellos tenía un corazón guerrero y que eran capaces de grandes cosas cuando trabajaban juntos.
Desde entonces, Sarita no solo fue reconocida como una pequeña guerrera, sino como la mejor amiga que todos desearían tener. Y así, en su corazón, guardó el verdadero poder mágico: la amistad, la valentía y la unión.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.