La Hada Mágica y el Cuento del Color Perdido



Había una vez, en un rincón olvidado del bosque, una hada mágica llamada Lila. Tenía el poder de cambiar todo a su alrededor con un simple chasquido de sus dedos. Pero un día, se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo: los colores del bosque empezaban a desvanecerse.

"¡Oh no!" - exclamó Lila al ver cómo el verde de los árboles se transformaba en un triste gris. "¿Qué estará pasando aquí?"

Decidida a encontrar una solución, Lila voló a la Gran Árbol de Sabiduría, donde vivía un anciano búho llamado Salomón.

"¡Salomón!" - gritó Lila mientras aterrizaba. "Los colores del bosque están desapareciendo. Necesito tu ayuda."

"Querida Lila, lo que ves es un reflejo de los corazones de los habitantes del bosque. Han olvidado cómo compartir y cuidar unos de otros." - le respondió Salomón con voz profunda.

Lila decidió que debía recordarles la importancia de la amistad y la generosidad. Así que, con un toque de su varita, comenzó su plan. Primero, visitó a Roco, el jabalí, que siempre estaba ocupado buscando comida para sí mismo.

"Hola, Roco. ¿Qué tal si compartimos lo que tenemos?" - le propuso Lila.

"¿Compartir? Para mí eso es perder. ¡No tengo tiempo para eso!" - gruñó Roco, continuando con su búsqueda solitaria.

Lila sintió un pequeño nudo en su corazón, pero no se rindió. Luego voló a visitar a Tina, la tortuga, que estaba muy triste porque había perdido su caparazón brillante.

"Tina, si me dejas ayudarte, te prometo que encontraremos tu caparazón juntos."

"No sé… ya no creo que vuelva a brillar. Llevo demasiado tiempo sin mi caparazón." - respondió Tina con voz apagada.

"Si trabajamos como equipo, podremos hacer que brille otra vez. ¿Qué dices?" - insistió Lila.

Tina, viendo la determinación de Lila, asintió y comenzó a ayudar. Juntas, recolectaron hojas, flores y piedras alrededor del bosque, creando un nuevo caparazón. Luego, Lila usó su magia para darle vida y color al nuevo hogar de Tina.

"¡Mirá, brilla!" - exclamó Tina al ver su nuevo caparazón.

El brillo de la felicidad de Tina llenó el aire, y eso hizo que un poco de color regresara al bosque. Sintiéndose alentada, Lila buscó a otros animales para unirlos en actividades divertidas y juegos.

Cuando finalmente llegó a ver a Roco nuevamente, se dio cuenta de que el jabalí estaba todavía en su mundo solitario. Lila decidió invitarlo a un juego de "pasar la pelota de colores", que organizó con sus nuevos amigos.

"Roco, vení a jugar con nosotros. Es divertido y podemos compartir colores."

"No sé, nunca he sido bueno en los juegos…" - murmuró el jabalí, dudando.

Sin embargo, con un poco de persuasión, Roco se unió. Durante el juego, descubrió que compartir el tiempo y las risas con amigos era mucho más divertido que jugar solo. Poco a poco, su corazón se llenó de colores brillantes.

Con cada risa, cada aplauso y cada abrazo, el bosque comenzó a recuperarse. Los árboles adquirían sus colores, las flores florecían más brillantes y los animales se unián más que nunca.

"¡Mil gracias, Lila!" - exclamó Roco mientras se sentaba junto a sus nuevos amigos, ahora mejor que nunca. "Nunca pensé que compartir podría ser tan alegre."

"Cuando compartimos, no solo damos, sino que también recibimos. ¡Mirá lo que logramos juntos!" - respondió Lila, con una enorme sonrisa.

Y así, el bosque recuperó sus colores vibrantes y llenó de alegría el corazón de cada uno de sus habitantes. Lila había aprendido que la verdadera magia reside en la amistad, la generosidad y el amor que podemos ofrecer y recibir.

Al anochecer, mientras las estrellas brillaban en el cielo, Lila sonrió y se dio cuenta de que todo era parte de un hermoso cuento, y que su alegría aumentaba al compartir momentos mágicos con los otros, que en realidad eran la verdadera esencia de su hogar.

"Esto es solo el principio, el bosque seguirá brillando mientras sigamos cuidándonos unos a otros" - susurró Lila, adentrándose en el bosque junto a sus nuevos amigos, listos para nuevas aventuras.

FIN.

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