La Hamaca Salvadora



En el parque de la ciudad, había un tobogán muy divertido que todos los niños adoraban. Había días en los que se formaban largas filas para poder deslizarse por él y sentir la adrenalina correr por sus cuerpos.

Un día, dos amigos llamados Tomás y Martín decidieron ir al parque a jugar. Al llegar, corrieron directamente hacia el tobogán para subir a lo más alto y deslizarse juntos.

Pero cuando llegaron arriba, se dieron cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. - ¡Mira Martín! -exclamó Tomás señalando hacia abajo-. Los chicos están empujándose y provocando caídas.

Martín se acercó al borde del tobogán y pudo ver cómo algunos niños estaban empujando a otros mientras bajaban por el tobogán. Esto causaba accidentes y lesiones innecesarias. - Eso no está bien -dijo Martín preocupado-. Tenemos que hacer algo para evitarlo. Tomás asintió con la cabeza en señal de acuerdo.

Juntos pensaron en una solución creativa para resolver este problema. Decidieron construir una hamaca gigante justo debajo del tobogán para atrapar a cualquier niño que cayera accidentalmente.

Los dos amigos trabajaron duro durante todo el fin de semana cortando madera, clavando tablas y asegurando las cuerdas de la hamaca gigante debajo del tobogán. Finalmente, terminaron su proyecto justo antes de que empezara la semana escolar.

Al día siguiente, cuando los niños llegaron al parque después de clases, no podían creer lo que veían: una hamaca gigante debajo del tobogán. Al principio, algunos niños se burlaron de la idea, pero Tomás y Martín los invitaron a probarla. - ¡Vengan! -dijeron los amigos-.

Si tienen un accidente en el tobogán, esta hamaca gigante les atrapará y evitará que se lastimen. Los niños estaban un poco asustados al principio, pero después de ver cómo funcionaba la hamaca, empezaron a sentirse más seguros.

Pronto, todos querían probarla y ver quién podía saltar desde el tobogán hasta la hamaca sin caer al suelo. En poco tiempo, las risas y los gritos llenaron el parque mientras los niños disfrutaban del tobogán con seguridad gracias a la ingeniosa idea de Tomás y Martín.

Los padres también se sintieron tranquilos sabiendo que sus hijos estaban protegidos por la hamaca gigante.

Desde ese día en adelante, nadie volvió a tener un accidente en el tobogán gracias a la creatividad y valentía de dos amigos decididos a hacer del parque un lugar más seguro para todos. Y cuando alguien necesitaba ayuda o protección en cualquier situación peligrosa, ellos siempre estaban ahí para ayudar.

FIN.

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