La Heladería Mágica de Sofía



Era un soleado sábado, y Sofía, una niña de ocho años con grandes sueños y una risa contagiosa, decidió visitar la heladería de su barrio, conocida como "La Heladería Mágica". Desde que tenía memoria, había escuchado rumores de que en ese lugar podías encontrar sabores que nunca habías imaginado.

Cuando Sofía entró, el timbre de la puerta sonó alegremente, y un aroma dulce la envolvió como un abrazo.

"¡Hola, Sofía!", dijo Don Ramón, el heladero, un hombre mayor con una enorme sonrisa y un delantal lleno de colores. "¿Qué sabor vas a elegir hoy?"

"¡Hola, Don Ramón! No lo sé, hay tantos para elegir... ¡Me encantaría probar algo nuevo!" Sofía miró la pizarra llena de sabores que colgaba detrás del mostrador.

Don Ramón le guiñó un ojo. "¿Sabías que en este lugar, cada helado tiene su propia historia?"

Los ojos de Sofía se iluminaron. "¡No! Contame más, por favor."

"¡Claro!", dijo Don Ramón mientras comenzaba a servir un helado de color azul brillante. "Este se llama ‘Sabor a Aventuras’. Cuenta la historia de un niño que navegó en un barco pirata y encontró un tesoro escondido en una isla mágica…"

"¡Guau! ¿Y qué más hay?" Sofía le pidió con curiosidad.

Don Ramón se acomodó en su banqueta y continuó: "Este otro se llama ‘Arcoíris de Sueños’, y es el favorito de quienes tienen grandes ambiciones. Hay también una sorprendente combinación de naranja y menta, llamado ‘La Magia de la Amistad’. Cada bocado te recuerda lo especial que es tener amigos en tu vida."

Sofía pensó en sus amigos de la escuela, y sonrió. "¡Quiero probar el ‘Arcoíris de Sueños’!"

"Perfecto!", exclamó Don Ramón mientras servía un enorme cucurucho lleno de helado. "Pero aquí viene la parte divertida. Para que sea realmente especial, tenés que hacer un deseo mientras comes."

"¿Un deseo? ¿Qué tipo de deseo?" inquirió Sofía, intrigada.

"Cualquier cosa que desees de corazón. Pero recuerda, deberás compartir tu deseo con alguien especial para que se cumpla."

Sofía tomó su helado con una emoción burbujeante. "¡Voy a pedirle a mi amiga Valentina que venga a compartirlo conmigo!"

Y así fue, Sofía comió su helado mientras pensaba en su deseo: ser una gran artista y poder pintar murales por toda la ciudad.

De repente, se escuchó un tintineo. Era Valentina, que había llegado con su madre.

"¡Hola, Sofía! ¿Qué estás comiendo?" preguntó Valentina.

"¡Es un helado que puede cumplir deseos! ¿Querés compartirlo conmigo?" Sofía le sonrió, emocionada.

Ambas se sentaron juntas mientras Sofía le contaba a Valentina sobre el helado mágico y su deseo. Valentina, llena de energía creativa, se iluminó.

"Yo también quiero hacer un deseo. Siempre quise ser una gran bailarina!"

Las dos se miraron y coincidieron. "¡Entonces haremos un trato! Cada vez que nuestras carreras avancen, nos lo contaremos la una a la otra."

El helado desapareció rápidamente entre risas y sueños compartidos. Al terminar, Sofía se sintió feliz, no solo por el helado, sino por tener una amiga con quien soñar.

"Gracias, Don Ramón. ¡Este helado tiene una magia especial!" dijo Sofía con una gran sonrisa.

"Recuerden, chicas, los sueños se vuelven más grandes cuando los compartimos con otros. Nunca dejen de soñar."

Y así, Sofía y Valentina salieron de la heladería con el corazón lleno de alegría, listas para enfrentar el mundo con sus sueños y su amistad. Desde luego, ya habían empezado su viaje hacia la grandeza, un helado a la vez.

FIN.

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