La historia de Capuchita Roja, el lobo y su abuela
Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de hermosos bosques, vivía una abuela y su nieta Capuchita Roja.
La abuela estaba cansada de escuchar historias donde los lobos eran los villanos que se comían a las abuelas, así que decidió tomar cartas en el asunto y enseñarle a Capuchita que las apariencias engañan. Un día, mientras paseaban por el bosque, se encontraron con un lobo. El lobo, lejos de ser feroz y malvado, resultó ser amigable y gentil.
La abuela y Capuchita, sorprendidas, decidieron conversar con él. - Hola, ¿cómo te llamas? - preguntó la abuela. - Me llamo Lupo, y lamento si asusté a alguien.
Soy un lobo diferente, no me gusta hacer daño a nadie - respondió el lobo con voz suave. Sorprendidas por su amabilidad, la abuela y Capuchita decidieron invitarlo a su casa. Mientras compartían historias y risas, la abuela y Capuchita notaron lo bondadoso que era Lupo.
El tiempo pasó, y la amistad creció entre ellos. Lupo les contó que en realidad era un lobo solitario que había sido rechazado por su manada por no querer lastimar a otros. Al escuchar su historia, la abuela y Capuchita sintieron compasión por él.
Decidieron que no importaba lo que la gente pensara, lo adoptarían como un miembro más de su familia. Juntos, la abuela, Capuchita y Lupo vivieron felices.
Con el tiempo, las personas del pueblo también aprendieron que no todos los lobos son malos, y que la bondad puede encontrarse en los lugares más inesperados. La abuela y Capuchita enseñaron a todos que no se debe juzgar a alguien por su apariencia, y que todos merecen una oportunidad para demostrar quiénes son en realidad.
Desde ese día, el pueblo entero vivió en armonía con los lobos, y la bondad de Lupo se volvió una leyenda en la región.
El final feliz de esta historia nos recuerda que la amistad y la bondad pueden encontrarse en cualquier lugar, y que es importante estar abiertos a conocer y comprender a los demás, sin prejuicios ni miedos.
FIN.