La historia de Evan y Jo-Jo



Era Nochebuena y el cielo brillaba con estrellas. Evan, un niño de diez años, miraba por la ventana de su casa con un suspiro profundo.

- ¿Qué estaré haciendo para pasar la Nochebuena? - se preguntaba con tristeza, ya que todo lo que deseaba era un amigo para compartir su tiempo. Mientras tanto, en un pequeño refugio de animales, un travieso cachorro llamado Jo-Jo también se sentía solo.

- Quiero un hogar - decía Jo-Jo, moviendo su cola. - Esta noche quiero conocer a mi familia.

Ambos, aunque separados por la distancia, compartían el mismo deseo: encontrar compañía y amor.

El día pasó despacio. Evan hizo una lista de deseos y, aunque había otros regalos en su mente, su corazón solo pedía un cachorro.

- Si tan solo pudiera tener un perro para Navidad - susurró, mientras acariciaba su almohada.

Jo-Jo, por su parte, pensaba en lo que sería tener una familia que lo quisiera y lo acariciara.

- Si yo pudiera encontrar a un niño amable... - soñaba mientras miraba a través de las rejas del refugio.

De repente, escuchó que uno de los cuidadores lo llamaba.

- ¡Jo-Jo! ¡Prepárate! Hoy es un día especial y podrías conocer a una nueva familia.

- ¿De verdad? - los ojos de Jo-Jo se iluminaron de esperanza.

Mientras tanto, Evan decidió salir a dar un paseo para despejar su mente. Caminó por el barrio y, al pasar por el refugio, sintió una extraña conexión.

- Tal vez solo tenga que mirar... - se dijo a sí mismo.

Al entrar, los ojos de Evan se encontraron con los de Jo-Jo. El pequeño cachorro ladró con alegría al ver a su posible dueño.

- ¡Hola! - dijo Evan, emocionado. - ¡Eres tan lindo!

- ¡Hola, humano! - respondió Jo-Jo, imaginando que realmente podía hablar. - ¿Viniste a buscarme?

- La verdad es que... estoy buscando un perro - confesó Evan, su corazón latiendo fuertemente.

- Entonces... tal vez esta Nochebuena sea mágica - sugirió Jo-Jo, moviendo su cola. - Podríamos ser amigos.

Evan sonrió. - ¡Eso sería increíble!

Mientras ellos continuaban con su conversación, el encargado del refugio se acercó.

- Hola, chicos. ¿Están disfrutando el momento?

- ¡Sí! - exclamaron ambos casi al unísono.

Evan se dio cuenta de que debía aprovechar esta oportunidad. - ¿Puedo conocerlo mejor?

- Claro, ven conmigo - dijo el encargado, llevándolos a un pequeño patio.

Evan y Jo-Jo jugaron y corrieron, la alegría llenaba el aire.

- ¿Ves? - dijo Jo-Jo mientras saltaba. - ¡Eres un niño genial!

- ¡Y tú eres un perro increíble! - respondió Evan, riéndose.

Pasaron la tarde juntos y, al caer la noche, Evan supo que había encontrado a su mejor amigo.

- ¿Te gustaría venir a casa conmigo? - preguntó, con ojos brillantes.

- ¡Sí! - ladró Jo-Jo, moviendo su cola con entusiasmo.

El encargado sonrió. - ¡Parece que han hecho una gran conexión! Si te gusta Jo-Jo, podemos proceder con la adopción.

Evan no podía contener su felicidad. - ¡Es el mejor regalo de Navidad!

Juntos, fueron a casa.

Al llegar, Evan presentó a Jo-Jo a su familia.

- ¡Miren quién vino a pasar la Navidad con nosotros! - dijo emocionado.

Todos lo recibieron con abrazos y besos. Jo-Jo se sintió amado y aceptado de inmediato.

Esa noche, el pequeño cachorro encontró su hogar y Evan, su amigo.

Cuando llegó la hora de dormir, Jo-Jo se acurrucó a los pies de Evan.

- ¡Feliz Navidad, amigo! - dijo Evan sinceramente.

- ¡Feliz Navidad! - respondió Jo-Jo, sintiendo que su deseo finalmente se había hecho realidad.

Y así, esa Nochebuena se convirtió en un milagro. No solo encontraron amistad, sino también un hogar lleno de amor, donde sabrían que siempre estarían juntos.

FIN.

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