La Historia de Harry y sus Amigos



Era una vez, en un pequeño pueblo de Inglaterra, un niño llamado Harry Potter. Desde muy pequeño, Harry había perdido a sus padres y vivía con su cruel familia adoptiva, los Dursley. Ellos siempre lo menospreciaban, tratándolo como si no valiera nada. Un día, en la escuela, algunos chicos empezaron a molestar a Harry porque no tenía padres.

"¿Por qué no te vas a vivir con tus papás?" - le gritó uno de ellos, burlándose.

Harry, herido por sus palabras, intentó ignorarlos. Pero cada día era lo mismo, hasta que un día decidió que ya no iba a llorar más.

Un día, en el patio de la escuela, vio a un grupo de niños riéndose de él mientras jugaban a la pelota. No era la primera vez que lo hacían, pero esta vez sintió que tenía que hacer algo.

"¿Por qué no me invitan a jugar?" - les preguntó con voz temblorosa.

"Porque no tienes papás, y eso es raro" - respondió uno de ellos, riendo.

Pero Harry recordó lo que su madre siempre le decía: "No dejes que los demás te hagan sentir menos. Eres especial, Harry". Entonces, respiró hondo y dijo:

"Tal vez no tengo papás, pero eso no significa que no pueda ser tu amigo".

Los niños se quedaron en silencio, sorprendidos por la valentía de Harry. De repente, uno de ellos, un chico llamado Sam, se acercó y le dijo:

"¡Esa es una buena actitud, Harry! Ven, jugá con nosotros".

Con el tiempo, Sam y otros chicos comenzaron a defender a Harry, y las burlas se hicieron menos frecuentes. Juntos, empezaron a formar un equipo de fútbol en la escuela, donde todos eran bienvenidos, independientemente de su historia familiar.

Un día, mientras practicaban, un nuevo chico se acercó al grupo. Se llamaba Leo y tenía una mirada triste.

"Yo no sé jugar, pero... me gustaría intentarlo" - dijo tímidamente.

Harry recordó cómo se sintió cuando llegó a la escuela, así que se acercó a Leo:

"No importa si no sabes. Todos empezamos de cero. ¿Querés que te enseñe?".

Leo sonrió y asintió. Con el tiempo, los dos se hicieron grandes amigos. A partir de ese día, Harry no solo tenía a Sam y a los demás, sino que también a Leo.

Pasaron los días y Harry, Sam, Leo y el resto del equipo de fútbol se volvieron inseparables. Un día, decidieron participar en un torneo escolar mientras Harry crecía cada vez más seguro de sí mismo y aprendía a abrazar su historia.

La noche antes del torneo, Harry se sentó con sus amigos.

"Chicos, no importa si ganamos o perdemos. Lo importante es que jugamos juntos y nos apoyamos" - les dijo Harry.

Todos asintieron, sintiendo que lo importante era el vínculo que habían creado. El día del torneo llegó, y el mantenimiento de la amistad se volvió más importante que cualquier trofeo. Su equipo jugó con todo su corazón, y aunque no ganaron, sí hicieron algo increíble: hacían sentir a cada niño que entraba en el campo que era un ganador.

Al final, los chicos se dieron cuenta de que la verdadera magia no provenía de tener o no tener padres, sino del poderoso lazo de amistad que habían creado. Harry sonrió, porque había aprendido que no estaba solo, y que, a veces, la familia se forma de las personas que elijes tener a tu lado.

Y así, en lugar de sentirse triste por lo que no tenía, aprendió a valorarse a sí mismo y a encontrar la felicidad en los amigos que tenía. Nunca olvidó su historia, pero también nunca dejó que la definiera. Harry Potter había encontrado su lugar en el mundo, rodeado de compañeros que lo quieren por quien es. Y viviendo así, se convirtió en un verdadero héroe.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

FIN.

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