La historia de Juan Bautista y su amor por la naturaleza


en el río cercano a su casa. Era un día soleado y perfecto para disfrutar de la naturaleza. Mientras buscaba las mejores lombrices, escuchó un sonido extraño. - ¿Qué es eso? -se preguntó Juan Bautista.

Se acercó al río y vio que algo se movía en el agua. Al principio pensó que era algún tipo de pez grande, pero cuando se acercó más, descubrió que era una tortuga atrapada en una red de pesca abandonada.

- Pobrecita tortuga -dijo Juan Bautista-. Voy a ayudarte. Con mucho cuidado, cortó la red con unas tijeras que llevaba en su mochila y liberó a la tortuga. La tortuga lo miró con gratitud antes de deslizarse hacia el agua.

- ¡Gracias! -exclamó Juan Bautista mientras veía cómo la tortuga nadaba lejos-. Me alegra haber podido ayudarla. Mientras seguía recolectando lombrices, recordaba lo importante que era cuidar del medio ambiente y proteger a los animales.

De repente, sintió un tirón fuerte en su caña de pescar. - ¡Al fin! ¡Un pez grande! -gritó emocionado Juan Bautista mientras giraba su caña para reagarrar el anzuelo. Pero cuando sacó el anzuelo del agua, no había ningún pez allí.

En cambio, encontró una botella de plástico vacía enganchada en el anzuelo. - Esto no es lo que esperaba encontrar -dijo Juan Bautista decepcionado-. Pero voy a hacer algo al respecto.

En lugar de tirar la botella al río, decidió llevarla consigo y arrojarla en un contenedor de reciclaje cuando llegara a casa.

Mientras caminaba de regreso a su casa, se dio cuenta de que cada pequeña acción que realizamos puede marcar una gran diferencia en el cuidado del medio ambiente. - Pequeñas acciones pueden tener grandes consecuencias -pensó Juan Bautista-. Y yo quiero hacer mi parte para proteger el planeta. Desde ese día en adelante, Juan Bautista se convirtió en un defensor del medio ambiente.

Recogía basura del río siempre que iba a pescar y hablaba con sus amigos sobre la importancia de reducir el uso de plástico.

Su pequeña acción inspiró a otros y pronto, más personas comenzaron a cuidar del río y los animales que lo habitaban. Y así fue como Juan Bautista aprendió que no importa cuán pequeña sea nuestra contribución, todos podemos hacer algo para proteger nuestro hogar: la Tierra.

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