La historia de la C y la Q

Había una vez en un país lejano, dos hermanas mellizas llamadas C y Q. A pesar de ser mellizas, eran muy diferentes entre sí. La C era grande como una O, mientras que la Q era más pequeña y delgada.

Sin embargo, a pesar de sus diferencias físicas, compartían una cualidad única: sonaban igual. Esto solía causarles muchos problemas, ya que la gente las confundía constantemente.

Pero lo que más las frustraba era que las invitaban a fiestas de escrituras donde no les correspondía estar. "¡Esto es un desastre!" exclamó la C. "Sí, siempre nos confunden y nos invitan a lugares donde no encajamos" se quejó la Q.

Desesperadas por encontrar una solución, decidieron buscar al sabio de la aldea, que siempre tenía respuestas para todo. El sabio, al escuchar su problema, les sonrió sabiamente y les dijo: "Hermanitas, en lugar de enojarse, deberían aprender a aprovechar sus similitudes y diferencias para destacarse".

Las hermanas se miraron sorprendidas, sin entender del todo lo que el sabio les decía. Sin embargo, decidieron seguir su consejo. La C, con su tamaño imponente, decidió usar su fuerza para ayudar a los demás, levantando objetos pesados y construyendo refugios para los necesitados.

La Q, por su parte, con su agilidad, se convirtió en una gran bailarina, deslumbrando a todos con sus movimientos elegantes. Pronto, la gente comenzó a reconocerlas por sus propias cualidades y no solo por su sonido similar.

Finalmente, las hermanas comprendieron que su fuerza residía en su unidad y en su individualidad. Fueron invitadas a fiestas donde cada una brillaba con luz propia, y la gente las apreciaba por quienes eran.

La C y la Q aprendieron que, aunque sonaran igual, cada una tenía un lugar especial en el mundo. Y así, juntas, lograron encontrar su camino en un mundo que parecía confundirlas.

Desde entonces, la C y la Q vivieron aventuras extraordinarias, llevando consigo el mensaje de que la verdadera unicidad radica en saber apreciar nuestras similitudes y diferencias.