La Historia de la Tierra
Érase una vez, en un rincón magnífico del universo, había una gran nube cósmica llamada Nimbus. Nimbus estaba llena de polvo estelar y gas brillante que giraban y danzaban como si fueran parte de una sinfonía celestial.
"¿Qué seré yo en el futuro?" pensaba Nimbus, mientras se movía a través del espacio. "Me gustaría ser un hermoso planeta lleno de vida".
Un día, al girar y girar, Nimbus sintió que algo especial comenzaba a suceder dentro de ella.
"¿Qué me está pasando?", murmuró intrigada.
A medida que pasaban los días, Nimbus se comenzó a compactar, y pequeñas partes comenzaron a unirse. Así, en un bonito día, se formó una esfera brillante: era la Tierra.
"¡Hola, Tierra!" dijo un cometa curioso que pasaba por la vecindad. "¿Cómo te sientes?".
"Creo que estoy un poco confundida" respondió Tierra con una voz suave. "Me gustaría saber cómo puedo crecer y ser un lugar especial".
Entonces, el cometa le contó lo que había visto en su viaje por el espacio.
"Pide ayuda a los elementos, ellos son tus amigos. Necesitas aire, agua y tierra para crear vida".
Emocionada por el consejo del cometa, Tierra comenzó a dar sus primeros pasos. Con el tiempo, pudo atraer aire fresco, que formó una atmósfera delgada y brillante.
"¡Esto se siente bien!" exclamó Tierra. "¿Qué me falta? ¿Agua quizás?".
Así fue como, después de muchas erupciones volcánicas, comenzaron a llover gotas de agua. Al principio, la tierra era árida y cansada, pero pronto, los ríos comenzaron a brotar y los océanos se formaron.
"¡Miren esto! ¡Soy un planeta con agua!" gritó emocionada Tierra.
Enseguida, Nimbus, que observaba desde lejos, sintió un gran orgullo por su creación. Pero, a pesar del agua, todavía había algo que faltaba.
"¿Qué más necesito?", se preguntaba Tierra.
Antes de que pudiera darse cuenta, unas pequeñas semillas alcanzaron su superficie, llevadas por el viento.
"¡Hola, Tierra!" dijeron las semillas. "Venimos a traerte vida".
Tierra se sintió sorprendida y feliz. Las semillas germinaron y crecieron en preciosas plantas y árboles. Pero aún había algo más que faltaba.
Un buen día, una pequeña gota de agua llamada Aqua se adentró en un río.
"¡Hola, Tierra!" saludó Aqua. "Me encantaría quedarme aquí y ayudar a las plantas a crecer".
"¡Ven, Aqua, serás muy bienvenida!".
Así fue como, poco a poco, la Tierra continuó llenándose de vida: de pájaros que volaban en el cielo, de animales que corrían por sus praderas y de peces que nadaban felices en sus aguas.
Pasaron los años, y un día Tierra se miró al espejo de su océano y vio lo hermosa que había llegado a ser.
"¡Soy un planeta lleno de vida!" gritó alegremente.
Pero de repente, Tierra notó algo extraño. La felicidad de sus plantas y animales dependía del equilibrio de su agua, aire y suelo. Comenzó a pensar.
"Si no cuido de mis recursos, ¿qué pasará con todos los que viven aquí?".
Así, decidió que debía ser una buena madre para todos.
"¡Prometo cuidar del agua, del aire y de cada criatura!" exclamó Tierra.
Con ese compromiso, Tierra se convirtió en un lugar especial para quien habita en ella y todos pudieron disfrutar de un hogar hermoso y lleno de vida. Así, la Gran Nube, ahora conocida como Tierra, tocó las estrellas con su belleza y se convirtió en el hogar del amor, la amistad y la vida.
Y colorín colorado, este ciclo de creación y protección, nunca, nunca ha terminado. La Tierra sigue cuidando de todos sus seres vivientes, recordando siempre que cada gota de agua, cada soplo de aire y cada rincón de su tierra es un regalo precioso.
FIN.