La Historia de Lila y Tano



En un pequeño pueblo andino, donde las montañas besaban el cielo y los ríos cantaban al pasar, vivían Lila y Tano, una pareja de soñadores. Su historia de amor era conocida por todos; juntos, recorrían los caminos del campo, exploraban las laderas y compartían risas y sueños.

Un día, mientras paseaban por el bosque de quenas, Lila dijo:"Tano, ¿te imaginas si un día nos casamos?"

Tano sonrió y respondió:"¿Casarnos? Claro, amor. Pero no quiero un casamiento común; quiero que sea especial.”

Así fue como decidieron organizar su boda en la cima de la montaña más alta, donde las nubes se sentían cercanas, como si el cielo estuviera de fiesta. Pero a medida que se acercaba el día de la ceremonia, un fuerte viento comenzó a soplar, trayendo consigo una extraña inquietud.

El día del casamiento, el sol brillaba radiante. Amigos y familiares acudieron al lugar, pero justo cuando Lila y Tano estaban a punto de intercambiar sus votos, algo extraordinario sucedió. Una brisa mágica envolvió la cima de la montaña y, mientras ellos se tomaban de las manos, un rayo de luz los iluminó.

Con un fuerte destello, el amor que compartían se volvió tan poderoso que el lugar comenzó a temblar. Las piedras crujieron y, ante la mirada atónita de todos, los novios comenzaron a transformarse en un hermoso lago.

"¡Lila!" gritó Tano, mientras se sentía cómo la tierra agitaba sus pies. "¿Qué está pasando?"

"¡No lo sé!" respondió ella, sintiéndose ligera y al mismo tiempo unida a la esencia de la naturaleza.

En un abrir y cerrar de ojos, Lila y Tano se convirtieron en un lago sereno, cuyas aguas brillaban con el reflejo del sol. La gente del pueblo quedó maravillada.

"Nunca había visto algo así," dijo una anciana. "Es un milagro, el amor de Lila y Tano es tan fuerte que se convirtió en algo eterno."

A partir de ese día, el lago fue un lugar de encuentro. La gente venía a contar historias, a reír y a compartir, dejando flores y cartas de amor en sus orillas.

"¿Sabes, Tano?" dijo Lila, sintiendo la frescura del agua en su ser. "Nuestro amor no se esfumó; ahora somos parte de este hermoso lago. Las personas vienen a nosotros para celebrar su amor."

Pero la magia del lago no solo atraía alegría. Una noche, un niño que no podía encontrar su camino se acercó peligrosamente a la orilla.

"¡Ayuda!" gritó, asustado.

"Lila, Tano, debemos ayudarlo," dijo una voz que emanaba del agua.

Lila y Tano, ahora piezas del lago, compartieron su luz y crearon un camino brillante con rayos de luna, guiando al niño hasta casa. Desde entonces, el lago no solo fue símbolo del amor, sino también un protector leal de la comunidad.

Con el paso del tiempo, las historias sobre el lago del amor se arraigaron en la memoria de todos. Lila y Tano aprendieron que su amor era verdadero y eterno, y que estaban conectados con cada persona que venía a visitarlos.

Un día, una anciana del pueblo se acercó al lago y lloró: "Oh, Lila, Tano, gracias por mantener viva la esperanza del amor en este lugar."

A lo que el agua brilló con una luz resplandeciente.

"Nosotros somos el amor que nunca se apaga," susurraron al unísono las suaves olas del lago.

Y así, la historia de una pareja andina se convirtió en un legado que perdura a través del tiempo, enseñando a todos que el amor verdadero no solo se celebra, sino que se comparte y vive eternamente en el corazón de quienes lo honran. Cada visita al lago es una celebración del amor, recordando a todos que, como Lila y Tano, también pueden crear su propia magia y ser parte de algo mucho más grande.

Así, la gente del pueblo siempre recuerda a El Lago del Amor, donde cada gota de agua lleva consigo un susurro de esperanza y alegría.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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