La historia de Mis Momo en la viña navideña del chuchito Contreras
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una tortuga llamada Mis. Momo. Ella era conocida por su amor por las verduras y su sabiduría. Cada año, al acercarse la Navidad, Mis. Momo se alegraba porque todos los animales de la granja de Don Chuchito Contreras organizaban una gran celebración en su hermosa viña.
Este año, la emoción estaba en el aire. Chuchito, el dueño de la viña, había preparado un concurso de quien recogiera más racimos de uvas para hacer el mejor vino de la temporada. Todos los animales, desde las gallinas hasta las cabras, estaban ansiosos por participar. Mis. Momo, por su parte, se había propuesto hacer algo diferente.
"¡Este año quiero hacer algo que nadie haya hecho antes!", dijo Mis. Momo a su amigo el pato Pipo, mientras caminaban hacia la viña.
"¿Qué tenés en mente?", le pregunta Pipo, curioso por la idea de su amiga.
Mientras tanto, en la viña, Chuchito se preparaba para lanzar el concurso.
"¡Hola, amigos! ¡Bienvenidos a nuestra viña! Hoy celebramos la Navidad juntos. Quiero que cada uno recolecte el mayor número de uvas que puedan. ¡El que gane recibirá un gran premio!", exclamó Chuchito, sonriendo ampliamente.
"Yo recolectaré muchísimas, soy muy rápido!", dijo el conejo Flaco, seguro de sí mismo.
"¡Yo también!", contestó la oveja Lulú, mientras movía su cola emocionada.
Mis. Momo pensó en algo especial, así que decidió que, en lugar de recoger uvas, haría postres con las uvas que los demás recolectaran. Al final de la cosecha, llamó a todos los animales.
"Amigos, tengo una idea. En lugar de hacer vino, ¿qué les parece si hacemos un banquete navideño con las uvas?", sugirió.
Todos los animales se miraron entre sí, sorprendidos.
"¡Es una idea maravillosa!", gritó Pipo.
"Sí, hagamos mermelada y pasteles, así todos disfrutamos de la viña!", añadió Flaco.
Así, entre risas y entusiasmo, cada uno de los animales se dedicó a recolectar uvas no solo para el vino, sino también para las deliciosas recetas de Mis. Momo. La tortuga empezó a darles instrucciones sobre cómo preparar los diferentes postres y todos se dispusieron a ayudar.
Pero cuando ya estaban listos para empezar a cocinar, una nube negra apareció repentinamente en el cielo, y una fuerte tormenta se desató. Los animales corrieron a refugiarse, asustados.
"¿Qué vamos a hacer? ¡Todo nuestro esfuerzo se arruinará!", exclamó Lulú, temblando.
"No se preocupen, amigos. Podemos hacer una pausa y encontrar otra manera en la que compartamos lo que hemos recolectado", dijo Mis. Momo impasible.
La tortuga pensó rápido y propuso construir un toldo con hojas grandes y ramas para protegerse del agua. Mientras los demás trabajaban para armar el refugio, Mis. Momo encontró una gran olla y comenzó a cocinar en la hoguera que habían encendido para calentar el ambiente.
"¡Cada uno puede traer lo que ha recogido y compartimos!", sugirió.
"¡Sí! ¡Eso suena genial!", gritó Pipo, emocionado.
Poco a poco, lo que parecía ser una Navidad arruinada se transformó en un momento especial. Bajo el refugio improvisado, los animales compartieron sus historias mientras degustaban las maravillas que Mis. Momo había comenzado a preparar. Los dulces de uva, las mermeladas y los pasteles se fueron acumulando, y las risas comenzaron a llenar el aire.
Finalmente, cuando la tormenta amainó y el cielo se despejó, todos salieron a ver la hermosa viña iluminada por las luces de Navidad.
"¡Esto es lo mejor que me ha pasado!", dijo Flaco, abrazando a sus amigos.
"Y todo gracias a la idea de Mis. Momo", añadió Lulú, mientras le daba un sonoro abrazo a la tortuga.
Esa Navidad, además de aprender a cosechar uvas, los animales descubrieron el verdadero significado de trabajar en equipo y el valor de compartir. Mis. Momo, con su sabiduría y buen corazón, había transformado un simple concurso en un banquete lleno de alegría, unidad y amor.
Desde entonces, todos los años, los animales de la granja se reunían en la viña navideña de Don Chuchito Contreras, no solo para recoger uvas, sino para celebrar la amistad y compartir lo que tenían. Y así, Mis. Momo se volvió la tortuga más querida del pueblo, inspirando a todos a hacer de cada Navidad algo especial con amor y creatividad.
FIN.