La hoja aventurera



En lo alto de una imponente montaña, el viento soplaba con furia, haciendo bailar a los árboles y llevando consigo hojas a su paso. Una de esas hojas, valiente y curiosa, decidió emprender una aventura sin igual.

Mientras descendía lentamente, la hoja observaba maravillada el paisaje que se desplegaba ante sus ojos, con montañas, bosques y ríos. -¡Qué emocionante es este viaje! -pensó la hojita sintiéndose libre y feliz.

De repente, un remolino de viento la elevó y la llevó lejos, depositándola suavemente en el corazón de un frondoso bosque.

-¡Vaya, qué lugar más hermoso! -exclamó la hoja, maravillada por la diversidad de colores y aromas a su alrededor.

Admirando la belleza del bosque, la hojita conoció a una simpática mariquita llamada Luna, quien se convirtió en su amiga y compañera de aventuras. Juntas exploraron cada rincón del bosque, descubriendo tesoros escondidos y ayudando a otros seres vivos.

Un día, al atardecer, la hoja escuchó un rumor entre los árboles y enseguida reconoció la voz de su amigo el viento. -¡Hoja aventurera! ¡Regresa conmigo a lo alto de la montaña! -le llamaba el viento.

La hoja, llena de amor por su nuevo hogar y sus amigos, sintió un nudo en la garganta. -Querido viento, siempre te recordaré con cariño, pero aquí encontré mi lugar. -contestó la hoja con tristeza.

Entonces, la hoja decidió despedirse del viento y del bosque, sabiendo que siempre llevaría consigo los preciosos recuerdos y sabiduría que había adquirido. Con Luna a su lado, emprendió su nueva aventura, llevando consigo la valentía, la amistad y el amor que había encontrado en el bosque.

Y así, la hoja aventurera siguió viajando, inspirando a otros seres del bosque a abrir sus alas y volar hacia sus propios sueños.

FIN.

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