La Honestidad de Mauricio



Había una vez un niño llamado Mauricio que iba al colegio todos los días. Mauricio era muy inteligente, pero había un pequeño problema: no siempre decía la verdad. Si había un examen, a veces miraba las respuestas de su compañero. Si un día se olvidaba de hacer la tarea, decía que su perro se la había comido. Pero lo que más le gustaba era hacerse pasar por el dueño de un juguete nuevo que en realidad era de su mejor amigo, Juan.

Un día, el colegio anunció un concurso de talentos. Todos debían preparar algo especial para mostrar. Cuando Mauricio se enteró, comenzó a preocuparse. Sus compañeros trabajaban en sus presentaciones y él no tenía idea qué hacer.

"No necesitaré prepararme mucho, puedo simplemente copiarle la idea a Juan y decir que es mía", pensó.

Así que, con ese plan en mente, Mauricio se acercó a Juan mientras él ensayaba su magia.

"¡Esa es una idea increíble!" - exclamó Mauricio.

"Gracias, Mauricio. Estoy seguro de que me va a ir muy bien en el concurso" - respondió Juan, sin sospechar de las intenciones de su amigo.

Cuando llegó el día del evento, la sala del colegio estaba llena de padres y alumnos emocionados. Juan subió al escenario primero y realizó su espectacular acto de magia. Todos aplaudieron. Después fue el turno de Mauricio. Él se sintió un poco nervioso. Dijo unas palabras que había escuchado, pero se quedó bloqueado.

"¿Y ahora qué? No sé cómo seguir..." - murmuró para sí mismo.

Los murmullos comenzaron a hacerse más fuertes, y Mauricio sintió pánico. En ese momento, se dio cuenta de que había estado mal al intentar ser alguien que no era.

"Voy a hacer algo diferente" - decidió de repente.

Bajó del escenario y buscó a Juan, quien, aún sonriente por su actuación, lo miró confundido.

"Juan, no puedo hacer esto. Lo que presenté no es mío. Siempre quise imitarte porque soy inseguro, pero no es justo para ti. La verdad es que no preparé nada" - confesó Mauricio, con el corazón latiendo fuerte.

"Está bien, amigo. Lo más importante es que seas tú mismo. ¿Por qué no intentas contar un chiste o algo que te haga sentir cómodo? Todos estamos aquí por divertirnos" - le sugirió Juan, haciendo una mueca de aliento.

Mauricio tomó una profunda respiración y regresó al escenario.

"Hola a todos. ¿Saben qué? Nunca pensé que llegaría hasta aquí... y les debo una disculpa. En lugar de presentar algo que no es mío, hoy voy a contar un chiste que me hace reír" - empezó Mauricio.

La audiencia se quedó en silencio, pero luego comenzó a reírse cuando Mauricio contó un chiste sobre un pato que entró a una tienda y pidió un paquete de galletas. Nadie lo había oído jamás, y poco a poco, Mauricio se sintió más seguro. La risa se fue contagiando.

Finalmente, aplaudieron su valentía y su autenticidad.

"¡Bravo, Mauricio!" - gritaron algunos de los compañeros.

Cuando terminó su presentación, se sintió más feliz que nunca. Había aprendido la lección más importante: ser honesto y ser uno mismo es mejor que intentar ser alguien más.

Esa misma tarde, Juan se acercó a Mauricio y le dijo:

"Estoy orgulloso de ti. A veces es difícil ser honesto, pero tú lo lograste. ¡Este fue el mejor concurso de talentos!"

Desde entonces, Mauricio se esforzó por ser una mejor persona. Aprendió que la deshonestidad no solo afecta a los demás, sino que también te aleja de ser feliz contigo mismo. Hacía las tareas, no copiaba en los exámenes y siempre se esforzaba al máximo.

Y así, lo que comenzó como una historia de deshonestidad, se convirtió en una historia de amistad, valentía y, sobre todo, en una lección de honestidad. Fin.

FIN.

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