La Hormiga, el Arcoíris y la Abeja Dulce



Había una vez en un colorido bosque, una hormiga llamada Ana. Ana era muy trabajadora y siempre estaba en movimiento, recogiendo hojas y buscando comida para su colonia. Un día, mientras caminaba, se encontró con un arcoíris brillante que surgía del cielo.

"¡Hola, Ana!", dijo el arcoíris con voz melodiosa. "Soy un arcoíris mágico, y tengo un desafío para vos. ¿Te animás a ayudarme?"

Ana, intrigada, se detuvo y le preguntó:

"¿Qué tipo de desafío? Soy muy ocupada, pero me encantaría ayudar si puedo."

El arcoíris explicó:

"En el otro extremo del bosque, hay una abeja llamada Bibi que adora la miel. Ella ha perdido su camino y no puede encontrar el néctar para hacer su deliciosa miel. Si la ayudás, te recompensaré con un deseo."

Ana pensó que lo sería una aventura emocionante, así que aceptó:

"¡Está bien! ¡Voy a ayudar a Bibi!"

Así, Ana comenzó su travesía por el bosque, guiada por los colores vibrantes del arcoíris. Fue saltando sobre raíces y esquivando hojas. Pero, rápidamente, se dio cuenta de que el camino no era tan fácil.

"¡Ay, qué difícil es esto!", se exclamó, sintiendo que estaba perdiendo tiempo. De repente, escuchó un zumbido. Era Bibi, la abeja dulce.

"Hola, ¿quién sos?", preguntó Bibi, volando cerca de Ana. Ana respondió:

"Soy Ana, la hormiga. Estoy aquí para ayudarte a encontrar el néctar. ¿Dónde lo perdiste?"

Bibi le explicó que había estado volando sobre las flores al otro lado del bosque, pero un viento fuerte la había desorientado. Entonces, las dos decidieron trabajar juntas.

"Vamos, sigamos el olor de las flores dulces", sugirió Ana. Juntas, comenzaron a buscar el néctar, cuando de repente se encontraron con un arbusto espinoso que bloqueaba su camino.

"¿Cómo vamos a pasar esto?", preguntó Bibi con preocupación. Ana, recordando que era fuerte y valiente, dijo:

"Voy a cavar un agujero para que puedas pasar. ¡Confía en mí!"

Así que Ana se puso a trabajar, cavando con todas sus fuerzas, hasta que logró hacer un túnel pequeño. Bibi pasó volando con gratitud.

"¡Gracias, Ana! Sos muy valiente y trabajadora. Ahora sigamos buscando el néctar", exclamó Bibi emocionada.

Las dos continuaron su camino hasta que llegaron a un claro, lleno de flores hermosas. El aroma era tan dulce que hizo que ambas se sintieran felices.

"¡Mirá! Ahí está el néctar", gritó Bibi entusiasmada. Pero, para su sorpresa, vieron que un dragón de colores brillantes había llegado a la fuente del néctar y no dejaba que nadie se acercara.

"¡Ay no! ¿Qué vamos a hacer?", se lamentó Bibi. Ana reflexionó y luego tuvo una idea:

"Quizás podamos hablar con él. Tal vez no sea tan malo como parece."

Bibi dudaba, pero terminó aceptando. Juntas se acercaron al dragón, que tenía ojos amables pero un poco asustadizos.

"¡Hola, dragón!", dijo Ana con voz firme pero amable. "¿Podemos compartir el néctar? Necesitamos hacerlo para que Bibi pueda hacer su miel."

El dragón respondió:

"Me gustaría, pero estoy aquí porque tengo miedo de que alguien se lleve todo y no tenga nada para mí."

Ana y Bibi se miraron y luego Ana sugirió:

"¿Qué te parece si todos compartimos este néctar? Así todos podremos disfrutar de su dulzura."

El dragón sonrió al escuchar esto, y al final, accedió. Juntos, los tres disfrutaron del néctar y cuando Bibi terminó de recolectarlo, se sintió tan agradecida que decidió hacer miel especial para compartir con ellos.

"¡Gracias, Ana! Ahora tengo el néctar que necesito. Y como prometí, el arcoíris mágico te dará un deseo. ¿Qué deseas?", preguntó Bibi.

Ana, reflexionando sobre todo lo que había vivido, dijo:

"Deseo que siempre podamos ayudarnos unos a otros y que la amistad sea lo más importante entre todos los seres de este bosque."

El arcoíris sonrió y iluminó el lugar con sus colores, formando un lazo entre ellos.

Desde aquel día, todos en el bosque aprendieron que la verdadera magia se encuentra en la amistad y el trabajo en equipo. Ana y Bibi se hicieron grandes amigas, ayudándose mutuamente en sus aventuras, y el dragón se convirtió en su aliado, cuidando del bosque junto a ellos.

Así, en el rincón más hermoso del bosque, el arcoíris brilló siempre, recordando a todos que juntos podían lograr cualquier cosa.

FIN.

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