La Hormiga Luchadora
Había una vez en un colorido jardín de México, una pequeña hormiga llamada Lala. A diferencia de sus amigas, que pasaban su tiempo recolectando hojas y cuidando el hormiguero, Lala soñaba con grandes aventuras en el mundo exterior. Siempre escuchaba historias sobre héroes y seres valientes que hacían cosas extraordinarias.
Un día, mientras regresaba de una expedición en busca de nuevas hojas, Lala se encontró con una mariposa que parecía muy angustiada.
"¿Qué te sucede, mariposa?" - preguntó Lala, preocupada.
"¡Ayuda!" - exclamó la mariposa. "Un gran pájaro está acechando por aquí, volando bajo y asustando a todos los insectos. Estoy muy asustada de salir a buscar alimento."
Lala, con sus grandes sueños de aventura, no podía dejar pasar la oportunidad de ayudar.
"No te preocupes, yo enfrentaré al pájaro. ¡Soy una hormiga luchadora!" - dijo con determinación.
La mariposa la miró, un poco escéptica.
"Pero, Lala, ¡es un pájaro gigante! ¿Qué puedes hacer tú?"
"Puedo ser pequeña, pero tengo el corazón más grande que cualquier otro insecto. ¡Vamos a realizar un plan!"
Lala pensó en cómo podría ayudar. Juntas, idearon una estrategia. Lala se reuniría con sus amigas hormigas para formar un enorme grupo que pudiera distraer al pájaro mientras la mariposa buscaba alimento.
Al día siguiente, Lala reunió a todas sus amigas hormigas.
"Chicas, ¡necesitamos ser valientes! La mariposa necesita nuestra ayuda para que pueda conseguir alimento sin miedo. ¡Formaremos un gran equipo!" - anunció Lala.
Las hormigas, al principio dudaban, pero luego se dejaron inspirar por Lala. Juntas, marcharon al lugar donde el pájaro solía pasar. Empezaron a hacer ruido, corriendo de un lado al otro. El gran pájaro, curioso, se acercó a ver qué pasaba.
"¡Mira eso, pequeño pájaro! ¡Aquí estamos!" - gritaba Lala, mientras sus amigas corrían haciendo zigzag.
El pájaro, sorprendido por la valentía de esas pequeñas hormigas, decidió que no valía la pena perder su tiempo con ellas y se alejó volando.
"¡Lo logramos!" - exclamó la mariposa, regresando con un brillante néctar en sus patas. "Gracias, Lala. ¡Eres realmente una hormiga luchadora!"
Desde ese día, Lala se convirtió en la heroína del jardín. Las hormigas aprendieron que, a pesar de su tamaño, podían lograr grandes cosas si se unían y trabajaban en equipo. También comprendieron que el valor no depende de la fuerza, sino de tener un buen plan y el apoyo de amigos.
Y así, el jardín se llenó de risas y coraje. Lala siguió soñando con nuevas aventuras, sabiendo que nadie se rueda contra su voluntad si no pelea.
"El mundo es mucho más grande y emocionante cuando nos atrevemos a ser valientes", solía decir. Y así se siguieron escribiendo las historias de la hormiga Lala, la luchadora del jardín.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.