La hormiga presidenta
Había una vez en el país de Hormigolandia, una pequeña hormiga llamada Pepita. A diferencia de las demás hormigas, Pepita siempre lucía impecable, con su peinado perfecto y su atuendo elegante. Sin embargo, lo que la hacía aún más especial era su gran sueño: ser presidenta de su país. A pesar de que muchos dudaban de sus capacidades debido a su tamaño, Pepita era muy lista y extremadamente trabajadora. Su determinación la llevó a buscar formas de cumplir su sueño.
Un día, Pepita reunió a sus pocos pero leales amigos para compartirles su deseo. "Queridos amigos, sé que suena imposible, ¡pero yo quiero ser la próxima presidenta de Hormigolandia!". Los amigos de Pepita la miraron con asombro, pero luego, uno a uno, expresaron su apoyo incondicional. "¡Tienes todo nuestro apoyo, Pepita! ¡Tú serás una presidenta maravillosa!".
Pepita se puso en marcha. Comenzó a estudiar las leyes de Hormigolandia, a hablar con otros insectos para comprender sus necesidades y a trabajar en planes para mejorar la calidad de vida de todos. A medida que pasaba el tiempo, la valentía y la dedicación de Pepita inspiraban a otras hormigas, quienes comenzaron a creer en ella y en su visión para el país.
Llegó el día de las elecciones, y Pepita se postuló como candidata a la presidencia. A pesar de las dudas iniciales de muchos, su arduo trabajo y su sinceridad ganaron los corazones de la mayoría de las hormigas. Finalmente, llegó el momento de contar los votos, y para sorpresa de muchos, ¡Pepita fue elegida como la primera presidenta de Hormigolandia! La emoción y la alegría inundaron el país, no por tener a una presidenta diferente, sino por tener a una presidenta comprometida y dedicada a servir a todos.
Pepita asumió su cargo con humildad y determinación. Durante su mandato, logró implementar cambios que beneficiaron a todas las hormigas y otros insectos del país. Su tenacidad y su amor por su nación demostraron que no importa cuán pequeño seas, siempre puedes lograr grandes cosas si trabajas con pasión y honestidad.
Y así, la pequeña Pepita demostró que los sueños, por más improbable que parezcan, pueden convertirse en realidad con esfuerzo, perseverancia y el apoyo de aquellos que creen en ti.
FIN.