La hormiga y el saltamontes



En un campo de trigo, vivía una hormiga muy trabajadora llamada Ana. Pasaba sus días recolectando granos para el invierno, siempre preocupada por el futuro.

Por otro lado, vivía un saltamontes llamado Saltarín, quien prefería pasar el tiempo cantando y saltando por el campo. A menudo se cruzaba con Ana y no perdía la oportunidad de burlarse de ella.

"¡Ana! ¿Por qué trabajás tanto? ¡La vida es hermosa! Vení a cantar y bailar con migo!" decía Saltarín con un tono juguetón.

"Saltarín, es importante prepararse para el invierno. ¿Qué harás cuando llegue el frío y no haya comida?" respondió la hormiga, mientras recolectaba otro grano.

"¡Eso no importa! Mientras hay sol, hay que disfrutar la vida. ¡El invierno es solo una excusa para ser infeliz!" replicó el saltamontes con una sonrisa.

Ana solo sacudía la cabeza, pero seguía concentrada en su tarea. Días pasaron, y mientras Ana llenaba su almacén, Saltarín seguía cantando y saltando, sin preocuparse por el futuro.

Luego, un día de verano, mientras Ana trabajaba, se escuchó un gran estruendo. El viento soplaba tan fuerte que parecía que el cielo se desmoronaba.

"¡Ana! ¿Qué está pasando?" gritó Saltarín asustado.

"Es una tormenta, Saltarín. Debes ir a buscar refugio."

El saltamontes miró a su alrededor. La tormenta se acercaba rápidamente y él decidió correr hacia la pequeña cueva que Ana había estado usando como refugio durante su trabajo.

"Ana, ¿puedo quedarme aquí con vos? Estoy muy asustado" dijo Saltarín, acercándose.

"Claro, Saltarín. Pero recordá que yo trabajé duro para estar preparada, mientras que vos elegiste jugar todo el tiempo" explicó Ana con preocupación en su voz.

Durante la tormenta, Saltarín se dio cuenta de que no tenía nada para comer. Mientras Ana compartía algunos granos, él se sintió triste.

"¿Por qué no me dijiste que era tan importante prepararse?" preguntó Saltarín, con un aire de arrepentimiento.

"Yo solo quería que entendieses la importancia de anticipar lo que vendrá. La diversión está bien, pero también necesitamos ser responsables" respondió Ana con amabilidad.

La tormenta pasó y el sol volvió a brillar. Saltarín, aún un poco pesaroso, se dio cuenta de que había aprendido una lección muy valiosa.

"Ana, yo siempre quise ser feliz y disfrutar del momento, pero entendí que sin un poco de preparación, no puedo disfrutar de la verdadera felicidad" dijo con sinceridad.

Ana sonrió y le respondió:

"Exactamente, Saltarín. La vida es un equilibrio. Es importante divertirse, pero también hay que prepararse. ¿Te gustaría ayudarme a recolectar granos a partir de ahora?"

Saltarín, emocionado por la nueva idea, contestó:

"¡Sí! Prometo ayudar y aprender a ser responsable. ¡Pero también puedo cantar mientras trabajamos!"

Ana rió y le dio una palmada en la espalda. Desde entonces, el saltamontes y la hormiga se convirtieron en grandes amigos, combinando el trabajo y la diversión. Juntos prepararon su hogar para el invierno, mientras Saltarín enseñaba a Ana algunas de sus canciones. Al final, ambos disfrutaron del invierno, cada uno habiendo aprendido algo del otro; Ana entendió que un poco de diversión refresca el trabajo y Saltarín descubrió que la preparación era esencial.

Así, el campo de trigo se llenó de música y risas, y la amistad entre Ana y Saltarín floreció, mostrando que la vida se disfruta mejor en equilibrio.

FIN.

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