La hormiguita trabajadora
En un pequeño hormiguero en el bosque vivía una hormiguita llamada Anita. Desde muy pequeña, Anita había aprendido el valor del trabajo duro y la importancia de prepararse para tiempos difíciles. Mientras que las otras hormigas pasaban el día holgazaneando y jugando, Anita se esforzaba incansablemente por recolectar alimentos para almacenarlos en el granero del hormiguero.
Una tarde soleada, Anita regresaba al hormiguero con una enorme hoja llena de migas de pan y semillas. Las otras hormigas la observaban con desdén y se burlaban de ella por trabajar tanto. "¿Por qué siempre estás tan ocupada, Anita? Deberías relajarte y disfrutar la vida como nosotras", se mofaban. Pero Anita solo sonreía y seguía con su labor.
El otoño llegó y todas las hormigas, incluyendo Anita, notaron que los días se volvían más fríos y los alimentos escaseaban. Las risas y juegos cesaron, el pánico se apoderó del hormiguero. Las flojas hormigas que antes despreciaban a Anita ahora se acercaron a ella, avergonzadas, en busca de ayuda.
"Anita, por favor, ¿nos podrías ayudar a sobrevivir el invierno?", suplicaron las otras hormigas. Anita, a pesar del dolor que le causó el comportamiento previo de ellas, decidió ayudarlas. Les enseñó cómo recolectar comida y les mostró la importancia del trabajo en equipo y la solidaridad.
Con el esfuerzo conjunto, lograron recolectar suficientes provisiones para sobrevivir el invierno. Las otras hormigas aprendieron la lección de que el trabajo y la previsión son fundamentales para superar los momentos difíciles. Y Anita, finalmente, sintió que su arduo trabajo había valido la pena.
Desde ese día, Anita ya no fue la hormiguita solitaria. Las otras hormigas la respetaban y valoraban su esfuerzo. Juntas, lograron mantener el hormiguero fuerte y unido, enfrentando cualquier desafío que el futuro les trajera.
FIN.