La Hormiguita y la Rosa



Había una vez una hormiga llamada Hormiguita que vivía en un pequeño hormiguero en medio de un hermoso jardín. Ella era muy trabajadora y siempre estaba ocupada recolectando comida para el invierno.

Un día, mientras caminaba por el jardín, se encontró con una rosa hermosa y fragante. La rosa era muy diferente a todo lo que había visto antes, y la Hormiguita se quedó mirándola durante mucho tiempo. - ¡Hola! -dijo la rosa cuando vio a la Hormiguita-.

¿Cómo estás? - Hola -respondió la Hormiguita sorprendida-. Estoy bien gracias. ¿Y tú? - Estoy muy bien también -dijo la Rosa-. Me gusta ver cómo trabajas tan duro todos los días.

La Hormiguita sonrió feliz al escuchar esto. Nadie nunca había notado su arduo trabajo antes. - Gracias -dijo ella-, pero no es nada especial. Es solo lo que hacemos las hormigas. - Pero es muy especial para mí -insistió la Rosa-.

Yo también trabajo duro para ser tan hermosa y fragante como soy. La Hormiguita no entendió cómo podía trabajar una flor, pero decidió no preguntar más. Desde ese día, la Hormiguita visitaba a menudo a la Rosa en su jardín.

Hablaban sobre sus vidas y compartían historias divertidas hasta el atardecer. Una noche, mientras hablaban bajo las estrellas, algo extraño sucedió. Un fuerte viento comenzó a soplar y sacudió violentamente a la Rosa de su tallo.

- ¡Ayuda! -gritó desesperada la Rosa-. ¡No quiero morir así! La Hormiguita sabía que tenía que hacer algo para ayudar a su amiga. Corrió de regreso al hormiguero y reunió a todas las hormigas para que la ayudaran.

Juntos, construyeron una estructura de palitos y hojas alrededor del tallo de la rosa para mantenerla en pie. La Rosa estaba segura de nuevo gracias a la ayuda de sus amigos. - Gracias, Hormiguita -dijo con lágrimas en los ojos-.

Nunca olvidaré lo que has hecho por mí.

Desde ese día, la Hormiguita se dio cuenta de que no importaba cuán pequeño fuera su tamaño o trabajo comparado con el resto del jardín, ella era importante e invaluable para todos aquellos a quienes ayudaba. Y así continuó trabajando duro cada día sin descanso hasta el final del verano.

Y aunque llegó el invierno y el frío cubrió todo el jardín, los recuerdos cálidos entre La Hormiga y La Rosa nunca se desvanecieron.

FIN.

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