La huerta de Las Margaritas
En la escuela "Las Margaritas" siempre habían tenido una huerta escolar. Los niños se encargaban de sembrar las plantas, regarlas y cuidarlas con mucho amor.
Pero un día, algo extraño sucedió: ¡la tecnología desapareció! Los niños llegaron a la escuela emocionados por hacer crecer su huerta, pero al darse cuenta de que no había herramientas modernas para ayudarlos, se sintieron desanimados. "¿Cómo vamos a sembrar sin maquinaria?", preguntó Martín preocupado.
"No tenemos ni siquiera una pala", dijo Sofía triste. Pero entonces apareció Don Carlos, el jardinero del colegio. Él les explicó que antes no existía la tecnología y que aun así se podía cultivar una huerta hermosa y frondosa.
"Lo primero que necesitan es tierra fértil", les dijo mientras señalaba un terreno baldío detrás de la escuela. "Después tienen que cavar pequeñas zanjas para sembrar las semillas", continuó Don Carlos. "Y finalmente deben regarlo todos los días con agua limpia".
Los niños prestaron mucha atención a las indicaciones del jardinero y comenzaron a trabajar duro en su huerta. Cavaron con sus propias manos, mezclaron la tierra con abono natural y sembraron sus primeras semillas.
Pasaron varios días y las plantas comenzaron a brotar tímidamente del suelo. Los niños estaban muy felices de ver cómo su trabajo estaba dando frutos. Pero un día se dieron cuenta de que algunas hojas estaban amarillentas y las plantas no crecían como deberían.
"¿Qué está pasando?", preguntó Ana preocupada. "Creo que necesitamos más nutrientes", dijo Don Carlos mientras les enseñaba cómo hacer compost con restos de comida y hojas secas.
Los niños aprendieron a reciclar y a utilizar los recursos naturales para nutrir su huerta. Y poco a poco, sus plantas comenzaron a crecer cada vez más fuertes y saludables. Finalmente, llegó el día en que las verduras estaban listas para ser cosechadas.
Los niños se emocionaron al ver la cantidad de alimentos frescos que habían cultivado con sus propias manos. "¡Nunca imaginé que podríamos hacer todo esto sin tecnología!", exclamó Tomás feliz.
"La naturaleza nos brinda todo lo que necesitamos si sabemos cuidarla", dijo Don Carlos sonriendo.
Desde ese día, la huerta escolar se convirtió en un lugar mágico donde los niños aprendieron no solo sobre agricultura, sino también sobre la importancia del trabajo en equipo, el cuidado del medio ambiente y la gratificación de ver los frutos de su esfuerzo.
FIN.