La huerta de los pequeños jardineros



En la comunidad awajún de Imacita, en la región del Amazonas, la naturaleza era parte esencial de la vida.

Los niños de quinto grado de la escuela local, junto con sus maestros, decidieron que querían aprender a cuidar y cultivar la tierra. -¡Hoy vamos a aprender algo muy especial! -anunció la maestra Marta, mientras los niños se acomodaban en círculo bajo un gran árbol.

-Vamos a empezar a trabajar en nuestra huerta! Los ojos de los niños se iluminaron de emoción. -¿Huerta? ¿Qué es eso? -preguntó curioso Juanito. La maestra sonrió y les explicó que una huerta era un espacio donde se cultivaban frutas, verduras y hierbas aromáticas.

Les contó que podían crear su propia huerta en la escuela y aprender a cuidarla con ayuda de sus padres y la comunidad Awajún. Los niños estaban entusiasmados. Decidieron que cada uno llevaría semillas de las plantas que les gustaría cultivar. -Yo llevaré semillas de tomates y lechugas -dijo Sofía.

-Yo de maíz y frijoles -añadió Pedro. Los niños no podían esperar a poner en práctica lo aprendido. Llegaron a la escuela con sus semillas.

Los padres y madres, junto a otros miembros de la comunidad, los ayudaron a preparar la tierra y sembrar las semillas. -Vamos a necesitar mucho cuidado y paciencia para que nuestras plantas crezcan fuertes y sanas -les recordó la maestra.

Los pequeños jardineros regaron, cuidaron y observaron con atención cada cambio que ocurría en la tierra. Con el tiempo, las plantas comenzaron a crecer. Los niños estaban emocionados al ver cómo sus esfuerzos daban resultados. La huerta se llenó de colores y sabores. -¡Miren, ya salieron los tomates! -gritó Sofía emocionada.

-Y mis maíces están altísimos -exclamó Pedro. La comunidad awajún se unió para celebrar la primera cosecha de la huerta escolar. Prepararon platos deliciosos con las verduras y frutas que habían cultivado. Los niños se sentían orgullosos de lo que habían logrado.

La huerta se convirtió en un lugar especial donde los niños aprendieron sobre la importancia de cuidar la naturaleza, trabajar en equipo y disfrutar de los frutos del trabajo duro.

La comunidad estaba feliz de ver el entusiasmo de los pequeños jardineros y se comprometió a seguir apoyándolos en su aprendizaje. La huerta de la escuela se convirtió en un ejemplo para otras comunidades, inspirando a más niños a conectarse con la tierra y aprender sobre el cuidado del medio ambiente.

FIN.

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