La huerta de Oli y Salvador
Había una vez dos amigos llamados Oli y Salvador que vivían en una pequeña casa con un jardín amplio. Un día, decidieron empezar su propia huerta para cultivar sus propias hortalizas y aprender sobre la naturaleza.
Oli era una niña muy curiosa y le gustaba investigar cómo crecían las plantas. Salvador, por otro lado, era un niño muy práctico y sabía mucho sobre el cuidado de las plantas. Juntos, formaban un equipo perfecto.
Un sábado soleado, los dos amigos se pusieron manos a la obra. Primero, buscaron semillas de diferentes hortalizas como tomates, zanahorias, lechugas y pimientos. Luego prepararon la tierra del jardín cavando surcos donde sembrarían las semillas.
Mientras trabajaban en su huerta, notaron a una perrita callejera acercándose tímidamente hacia ellos. Estaba sucia y parecía tener hambre. Oli y Salvador no pudieron resistirse y decidieron adoptarla.
Le dieron el nombre de Luna porque tenía unos ojos brillantes como la luna llena. Luna rápidamente se convirtió en parte de su equipo de trabajo en la huerta. Ella disfrutaba corriendo entre las filas de vegetales mientras Oli regaba las plantas con su regadera mágica que hacía crecer todo más rápido.
Un día descubrieron algo asombroso mientras revisaban el compost: ¡habían muchas lombrices! Salvador les explicó a Oli que estas lombrices eran muy importantes para el proceso de descomposición del compost y ayudaban a mantener la tierra saludable.
A medida que pasaban los días, la huerta de Oli y Salvador comenzó a crecer. Las semillas que habían plantado germinaron y se convirtieron en plantas fuertes y saludables.
Cada mañana, los amigos iban al jardín para regar las plantas, quitar las malas hierbas y observar cómo crecían. Pero un día, una plaga de insectos invadió su huerta. Los tomates estaban llenos de pulgones y las lechugas tenían orugas comiéndolas.
Oli y Salvador se sintieron desanimados ante la idea de perder todo su trabajo duro. Sin embargo, no se dieron por vencidos. Investigaron sobre métodos naturales para controlar plagas sin dañar el medio ambiente ni a sus hortalizas.
Descubrieron que podían utilizar mariquitas para comer los pulgones y avispas parasitoides para acabar con las orugas. Con mucho esfuerzo, lograron equilibrar el ecosistema de su huerta utilizando estos métodos naturales. Poco a poco, los insectos dañinos desaparecieron y sus hortalizas volvieron a estar sanas.
Al final del verano, Oli y Salvador recolectaron una gran cantidad de hortalizas frescas de su huerta: tomates rojos jugosos, zanahorias naranjas brillantes, lechugas crujientes y pimientos picantes.
Estaban tan felices porque habían aprendido mucho sobre el cuidado de la naturaleza mientras cultivaban sus propios alimentos. Decidieron organizar una fiesta en su casa para compartir sus deliciosas hortalizas con sus amigos y vecinos.
Invitaron a todos a disfrutar de una comida saludable y deliciosa, preparada con amor y cultivada en su propia huerta. Oli, Salvador y Luna se sentían orgullosos de lo que habían logrado juntos. Habían aprendido sobre el valor del trabajo duro, la importancia de cuidar la naturaleza y cómo disfrutar los frutos de sus esfuerzos.
Desde ese día, Oli y Salvador continuaron cultivando su huerta y compartiendo su pasión por la naturaleza con todos los que conocieron.
Y así, esta historia nos enseña que cuando trabajamos en equipo, cuidamos nuestro entorno y nunca nos damos por vencidos, podemos lograr grandes cosas.
FIN.