La importancia de leer etiquetas y compartir con cuidado


Había una vez un niño llamado Mateo, a quien le encantaba comer frutas. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, encontró una piña madura y decidieron compartirla. "Qué rica está la piña", dijo Mateo mientras masticaba.

"Sí, es muy dulce", respondió su amigo Juan. Después de terminar de comerla, los niños continuaron jugando. Pero algo extraño empezó a sucederle a Mateo; comenzó a sentirse mal y mareado.

Sus amigos se preocuparon al verlo tan pálido y débil. "¿Estás bien?", preguntó Ana con temor. Pero Mateo no podía responder ya que había perdido el conocimiento.

Los paramédicos llegaron rápidamente para atenderlo pero fue demasiado tarde: Mateo había muerto por una reacción alérgica a la piña que había comido. La noticia de la muerte del pequeño se extendió rápidamente entre la comunidad y todos estaban tristes y angustiados por lo ocurrido.

La mamá de Mateo estaba destrozada y no sabía cómo explicarle lo sucedido a su hermanita menor, que no entendía por qué su hermano ya no estaba allí para jugar con ella. Los días pasaron lentamente hasta que un día llegó un nuevo vecino al barrio: un anciano amable llamado Don Alberto.

Él notó la tristeza en el rostro de los niños cuando los vio jugar en el parque donde había fallecido Mateo y decidió acercarse para hablar con ellos:"Hola chicos, veo que están muy tristes ¿qué les pasa?""Es que nuestro amigo Mateo murió", dijo Ana con lágrimas en los ojos.

Don Alberto escuchó atentamente la historia de lo ocurrido y decidió compartir una enseñanza con ellos:"La piña es una fruta muy deliciosa, pero también puede ser peligrosa para algunas personas.

Es importante siempre leer las etiquetas de los alimentos y preguntar a un adulto si tenemos alguna duda sobre lo que estamos comiendo. Además, debemos tener cuidado al compartir nuestros alimentos con otros, ya que no sabemos qué alergias pueden tener".

Los niños asintieron mientras escuchaban la sabiduría del anciano. "Y recuerden chicos, aunque Mateo ya no está físicamente aquí con ustedes, siempre estará presente en sus corazones.

Él vivirá a través de los buenos momentos que compartieron juntos y esa será su hermosa memoria", concluyó Don Alberto. Los niños sonrieron ante las palabras del anciano y se sintieron reconfortados por su presencia amable.

A partir de ese día, aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de cuidarse a sí mismos y a los demás cuando se trata de comida. Mateo nunca volvería a jugar con ellos en el parque, pero su espíritu estaría presente cada vez que compartieran un momento divertido juntos.

Y así termina esta historia llena de enseñanzas para todos aquellos pequeños que disfrutan tanto como Mateo comiendo frutas dulces y frescas en el parque con sus amigos.

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