La importancia de seguir intentando


Había una vez un niño llamado Mateo que adoraba jugar con plastilina de colores. Cada día, después de la escuela, corría a su habitación para crear figuras y formas increíbles con ella.

Un día, mientras jugaba, Mateo decidió hacer una réplica de su casa. Estuvo trabajando durante horas y finalmente logró terminarla. Pero justo cuando estaba a punto de mostrarle su creación a su mamá, la plastilina se desmoronó en sus manos. - ¡Oh no! -exclamó Mateo-.

¿Qué voy a hacer ahora? Su mamá lo abrazó y le dijo: "No te preocupes, mi amor. Siempre puedes volver a intentarlo". Así que Mateo siguió intentándolo una y otra vez.

A veces sus creaciones salían bien y otras veces no tanto, pero nunca dejaba de intentarlo. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, se encontraron con un anciano triste sentado en un banco solitario. - Hola señor -dijo Mateo-.

¿Qué le pasa? - Es que estoy tan solo -respondió el hombre-. Mi esposa falleció hace unos meses y desde entonces me siento muy triste.

Mateo recordó algo que había aprendido en la escuela sobre cómo ayudar a los demás haciendo cosas pequeñas pero significativas. - Señor, ¿le gustaría jugar con nosotros? Podemos enseñarle cómo hacer figuras divertidas con plastilina de colores -dijo el niño sonriendo. El anciano aceptó encantado la invitación y juntos comenzaron a crear figuras maravillosas.

Pronto otros niños se unieron y todos se divirtieron juntos. Al final del día, el anciano agradeció a Mateo por hacerlo sentir menos solo y le dijo: "Eres un niño muy especial. Nunca dejes de crear cosas hermosas".

Mateo entendió que no se trataba solo de jugar con plastilina, sino también de ayudar a los demás y hacerlos felices.

Desde ese día en adelante, Mateo siguió creando figuras increíbles con su plastilina, pero ahora lo hacía también para compartir su alegría con los demás. Y así descubrió que la magia de la creatividad puede tener un impacto grande en el mundo.

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