La increíble aventura de Yto en el campo de verduras
Yto era un ser diminuto del tamaño de un garbanzo que había llegado a la Tierra después de que su nave espacial se estrellara. Ahora, se encontraba explorando este nuevo mundo, intentando sobrevivir en un entorno tan grande y desconocido para él.
Un día, mientras Yto saltaba de hoja en hoja en busca de alimento, se encontró en un campo de verduras. Estaba asombrado por lo grande que eran las hojas, comparadas con su diminuto cuerpo. Mientras caminaba entre las plantas, tropezó con una hormiga. -Hola, pequeño amigo, ¿puedes ayudarme? Estoy perdido y no sé cómo regresar a mi nave espacial -dijo Yto con un tono de voz que resonaba como un suave susurro.
La hormiga, sorprendida por la presencia de Yto, se detuvo y lo miró con curiosidad. -¡Claro que puedo ayudarte! Pero primero, ¿cómo es que eres tan pequeño? Nunca había visto algo como tú -respondió la hormiga con entusiasmo.
Yto le explicó a la hormiga sobre su accidentada llegada a la Tierra y cómo ahora buscaba la forma de regresar a casa. La hormiga, comprensiva y amigable, decidió ayudar a Yto en su travesía. -Ven, tengo unos amigos que te pueden ayudar. Ellos conocen este campo mucho mejor que yo -dijo la hormiga mientras guiaba a Yto a través de las plantas.
A lo largo del camino, Yto conoció a otros insectos como la mariquita, la araña tejedora y la oruga. Cada uno de ellos se mostró amigable y dispuesto a brindar su ayuda. Juntos, crearon un plan para que Yto pudiera encontrar los recursos necesarios para reparar su nave espacial. A pesar de su diminuto tamaño, Yto demostró ser valiente y tener una gran determinación para sobrevivir en este nuevo mundo.
Con la ayuda de sus nuevos amigos, Yto logró recolectar todo lo que necesitaba para reparar su nave espacial. Después de semanas de trabajo duro y colaboración, la pequeña nave de Yto volvió a surcar el cielo, dejando atrás un rastro de amistad y gratitud en el corazón de todos los insectos del campo de verduras.
Y así, Yto partió, no sin antes prometer volver algún día para visitar a sus amigos. Mientras se alejaba en su nave espacial, Yto ondeaba un diminuto pañuelo como gesto de agradecimiento, sabiendo que, a pesar de su pequeño tamaño, había encontrado un gran apoyo y amistad en ese extraordinario mundo de insectos.
FIN.