La increíble Lara y el concurso de diferencias
Había una vez una niña llamada Lara, que era muy especial. A pesar de medir 1, 50cm, ella siempre creía que era mucho más alta.
En su mente, se veía como una gigante de 1, 70cm y eso la hacía sentirse poderosa y valiente. Lara vivía en un pequeño pueblo donde todos se conocían y se ayudaban mutuamente. Pero había algo que preocupaba a sus amigos y familiares: Lara constantemente llamaba —"bajita" a las personas más altas que ella.
Esto causaba problemas porque nadie quería ser llamado así, especialmente cuando sabían que no era cierto. Un día soleado, mientras Lara caminaba por el parque del pueblo, vio a un grupo de niños jugando al baloncesto.
Al acercarse para ver mejor el juego, notó cómo uno de los chicos más altos estaba triste. - ¿Qué te pasa? -preguntó Lara con curiosidad. - Es que siempre me llaman —"alto" y eso me hace sentir incómodo -respondió el niño-.
No quiero ser conocido solo por mi altura. Lara comprendió cómo se sentía aquel niño y decidió hacer algo al respecto. Decidió organizar un concurso para celebrar las diferencias únicas de cada persona en el pueblo.
Anunció la noticia en la escuela y pronto todos estaban emocionados por participar en el evento. Habría desfiles de moda donde cada uno podría mostrar su estilo único sin ser juzgado por su apariencia física.
También habría competencias deportivas para demostrar habilidades individuales sin importar si eran bajitos o altos. El día del concurso llegó y el pueblo estaba lleno de risas y alegría.
Lara se aseguró de que cada persona se sintiera valorada por lo que eran, sin importar su altura o cualquier otra característica física. Cuando llegó el momento de anunciar a los ganadores, Lara subió al escenario con una sonrisa en su rostro.
Miró a cada uno de sus amigos y vecinos y les dijo:- Hoy hemos aprendido que no importa cuánto midamos, lo que realmente importa es cómo nos sentimos por dentro y cómo tratamos a los demás. Todos somos únicos y especiales a nuestra manera.
La gente aplaudió emocionada mientras Lara entregaba los premios a los ganadores. Finalmente, todos entendieron la importancia de aceptarse y respetarse mutuamente sin juzgar por la apariencia física. Desde ese día, Lara dejó de llamar —"bajita" a las personas más altas que ella.
Comenzó a valorar la diversidad y celebrar las diferencias entre las personas. Aprendió que el verdadero poder no está en la altura, sino en la forma en que nos tratamos unos a otros.
Y así, Lara vivió felizmente rodeada de amigos amorosos y comprensivos que la aceptaban tal como era: una niña pequeña pero llena de valentía y amor por sí misma y por los demás. Fin
FIN.