La Invasión Intergaláctica



Era un día tranquilo en el barrio de Nicolás y Antonella, dos hermanos que eran conocidos no solo por su inteligencia, sino también por un secreto extraordinario. Cada vez que querían, podían transformarse en primates. Nicolás prefería convertirse en un poderoso gorila, mientras que Antonella se transformaba en una ágil y astuta chimpancé.

Un viernes por la tarde, mientras jugaban en su patio, vieron una luz brillante cruzar el cielo.

"Mirá, Antonella, ¿qué será eso?" - preguntó Nicolás, apuntando al fenómeno.

"¡Parece una nave!" - exclamó Antonella, emocionada. "Vamos a investigar."

Los hermanos, usando su habilidad especial, se transformaron rápidamente y se encontraron en la cima de un árbol, desde donde podían ver la gran nave aterrizando en un campo cercano.

Cuando se acercaron sigilosamente, notaron que una extraña criatura de piel verde y ojos grandes estaba saliendo de la nave. Tenía un aspecto amistoso, pero los hermanos no podían arriesgarse.

"Tengo un mal presentimiento, Nicolás" - dijo Antonella, mientras se encaramaba en una rama para observar desde más cerca.

"Yo también. Necesitamos averiguar qué quieren esos extraterrestres" - respondió Nicolás.

Decididos a proteger su hogar, se acercaron aún más. De repente, el extraterrestre, que se presentó como Zorblax, empezó a hablar.

"¡Hola, terrícolas! Venimos a traer la paz al universo, pero necesitamos encontrar el mejor lugar para vivir. Sketchon, mi compañero, y yo vamos a tomar su planeta si no nos muestran su mejor lado."

Nicolás y Antonella, confundidos, se miraron.

"¿Tomar el planeta? ¿Eso significa que van a invadirnos?" - preguntó Nicolás.

"No, no. No es en malos términos. Solo queremos un lugar para vivir, pero hay muchas criaturas en este planeta que no son amables como ustedes dos" - explicó Zorblax, con un tono sincero.

Los hermanos se pusieron a pensar. Tenían que actuar rápido. Se reunieron y decidieron ayudar a Zorblax a encontrar un lugar adecuado.

"Podemos mostrarte los mejores lugares del planeta, pero necesitas prometer que no causarás problemas" - dijo Antonella.

Zorblax asintió con entusiasmo. Así que, juntos, partieron en una aventura para mostrarle a Zorblax y a Sketchon las maravillas de la Tierra.

Primero lo llevaron a la selva, donde Zorblax se asombró con los árboles, las frutas, y los animales.

"¡Esto es maravilloso!" - gritó Zorblax.

Luego, visitaron el océano, donde los extraterrestres se maravillaron con los peces de colores y los corales.

"¿Pero qué tienen estos lugares? ¿No hay un lugar mejor?" - preguntó Sketchon, intrigado.

"La belleza de la Tierra está en que cada lugar tiene su magia. Nos gusta compartirla. También tenemos un promedio de criaturas amigables", respondió Nicolás.

A medida que avanzaba el día, los extraterrestres comenzaron a comprender la debilidad y la fuerza de la especie humana. Zorblax llevó a Nicolás y Antonella a su nave, prometiendo llevarlos a un lugar intergaláctico.

"¿Pueden mostrarnos su conocimiento de la paz?" - preguntó Zorblax emocionado. "Necesitamos aprender de ustedes."

Nicolás y Antonella se miraron intrigados. Así que decidieron convertir la nave en un aula, donde pasaron horas enseñando sobre la paz, el respeto a la naturaleza y la importancia de cuidar el planeta.

Al final de la jornada, Zorblax agradeció a los hermanos.

"Ustedes son los humanos más inteligentes que he conocido. He decidido que no invadiremos su planeta. Deberíamos aprender de ustedes."

Nicolás y Antonella sonrieron y se abrazaron, sintiendo la satisfacción de haber hecho lo correcto.

"¡Éxito!" - gritó Antonella.

"Cada ser tiene su lugar en este universo y en la Tierra debemos aprender a convivir en paz" - concluyó Nicolás.

Zorblax y Sketchon se despidieron, prometiendo regresar para compartir sus propias historias. Los hermanos se transformaron a su forma humana, sabiendo que habían hecho algo grande para su mundo.

"Nunca dejemos de enseñar sobre la paz y la amistad, Antonella" - dijo Nicolás, sonriendo.

"¡Sí! Y prometamos también cuidar a nuestros amigos en el universo!" - contestó ella emocionada.

Desde ese día, Nicolás y Antonella no solo fueron conocidos por su inteligencia, sino también por ser los guardianes de la paz intergaláctica, enseñando a todos que la verdadera fuerza radica en la cooperación y la comprensión mutua.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1