la ira como un volcán



En un tranquilo y colorido bosque, vivía un niño llamado Erik. A veces, su enfado estallaba como un volcán en erupción. Un día, mientras jugaba con su pelota, se le escapó y rodó lejos de él.

- ¡Ay no! -gritó Erik, frunciendo el ceño y apretando los puños.

Pero no estaba solo. Sus dos mejores amigos, Starling el tigre y Scoty el oso, estaban justo a su lado.

- No te preocupes, Erik. Vamos a buscarla juntos -dijo Starling, moviendo su cola con entusiasmo.

- Sí, ¡no hay problema! ¡A veces las cosas se escapan, pero eso no significa que debas enojarte! -agregó Scoty, con su amable sonrisa.

Erik miró a sus amigos y, aunque todavía sentía un torbellino de frustración en su pecho, decidió que podían intentarlo juntos. Todos se pusieron a buscar la pelota por el bosque. Pero, tras unos minutos, no la encontraban.

- ¡Esto es tan frustrante! -exclamó Erik, golpeando el suelo con su pie.

- ¿Sabés? A veces es mejor dar un paso atrás y tomar una respiración profunda -sugirió Starling mientras se sentaba a su lado.

- ¡Claro! Vamos a contar hasta cinco y a respirar juntos, así calmamos el volcán que llevas adentro -dijo Scoty, y empezó a contar.

Entonces, todos cerraron los ojos y contaron:

- Uno... dos... tres... cuatro... cinco...

Al abrir los ojos, Erik sintió que su ira se había reducido un poco.

- Bueno... tal vez pueda pensar en otra forma de encontrar la pelota -dijo, intentando sonreír.

Los amigos continuaron su búsqueda. De repente, mientras daban vueltas entre los árboles, encontraron un pequeño claro que no habían visto antes. Allí había un hermoso lago brillante y, justo al borde del agua, ¡la pelota de Erik!

- ¡Mirá! ¡Ahí está! -gritó Starling, saltando de alegría. Erik corrió rápidamente hacia su pelota, pero, al llegar al agua, se dio cuenta de que estaba un poco lejos.

- No puedo llegar -dijo Erik, desanimado nuevamente.

- ¡Espera! -intervino Scoty- Tal vez podamos usar algo para alcanzar la pelota.

Por casualidad, encontraron un largo palo entre las ramas. Juntos, idearon un plan. Scoty empujó el palo para acercar la pelota, mientras Starling se encargaba de guiarlo.

- ¡Eso es! ¡Más cerca! -gritó Starling, con entusiasmo.

Finalmente, la pelota salió rodando hacia las manos de Erik, quien la atrapó con un salto de felicidad.

- ¡Lo logramos! -dijo Erik, riendo. -Gracias, chicos. No sé qué habría hecho sin ustedes.

- Solo necesitabas un poco de ayuda y un buen respiro -dijo Scoty, abrazándolo.

- Sí, incluso los volcanes pueden calmarse si se les da un poco de cariño -agregó Starling, guiñándole un ojo.

Esa experiencia enseñó a Erik que, aunque la ira a veces erupciona en su interior, con la ayuda de sus amigos y unas cuantas respiraciones profundas, podían resolver cualquier problema. Desde ese día, cada vez que sentía que su lava interna comenzaba a burbujear, recordaba respirar y buscar a sus amigos. Juntos, siempre encontraban la manera de calmar y enfrentar cualquier desafío.

Y así, Erik, Starling y Scoty continuaron sus aventuras en el bosque, aprendiendo que la amistad y la paciencia eran la mejor manera de enfrentar cualquier volcán de emociones. Siempre se tenían los unos a los otros, y eso hacía que cualquier enfado se convirtiera en un nuevo juego.

FIN.

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