La isla de la amistad



é que estaba sentado en una silla cercana. Me preguntó cómo me sentía y si necesitaba algo para el dolor de cabeza. - ¿Estás bien? -preguntó la mujer con preocupación-.

Te encontramos inconsciente en la playa y te trajimos aquí para que descanses. - Sí, gracias -respondí confundido-. ¿Dónde estoy? El hombre se presentó como Tomás, un pescador local, y la mujer como Ana, una artesana que vivía en la isla.

Me explicaron que estábamos en una pequeña isla del sur de Argentina donde vivían unas pocas personas dedicadas a la pesca y a las artesanías. Mientras hablábamos, noté lo hermoso que era el lugar donde estaba. La playa era blanca y las aguas cristalinas.

Los pájaros volaban por encima de nosotros y podía sentir el aroma del mar mezclado con el perfume de las flores silvestres. Tomás me ofreció quedarme unos días hasta recuperarme completamente antes de volver al continente.

Acepté su amable oferta y Ana se ofreció a enseñarme algunas cosas sobre su arte mientras tanto. Los siguientes días fueron maravillosos.

Ana me enseñó cómo hacer tejidos con cáñamo y lana, mientras Tomás me llevaba a pescar en su bote cada mañana temprano. Conocí a otros habitantes de la isla e incluso aprendí algunas palabras nuevas en español argentino. Pero un día, mientras caminábamos por la playa, vimos algo extraño flotando en el agua.

Era un paquete envuelto en plástico negro atado con cuerdas. - No es nada bueno -dijo Tomás preocupado-. Esto puede ser peligroso. Decidimos llevar el paquete al pueblo y llamar a la policía. Cuando llegaron, descubrieron que era droga.

La isla había sido utilizada como punto de tráfico ilegal de drogas y nosotros habíamos encontrado una parte del cargamento. La policía arrestó a los traficantes y la isla volvió a ser un lugar tranquilo y seguro.

A partir de ese momento, decidí quedarme en la isla más tiempo para ayudar en lo que pudiera. Aprendí mucho sobre la vida en comunidad, sobre la importancia de cuidar nuestro entorno y protegerlo de quienes quieren dañarlo por beneficio propio.

Me di cuenta de que todos podemos hacer algo para mejorar nuestra sociedad si nos involucramos y trabajamos juntos por un bien común.

Finalmente me recuperé del dolor de cabeza, pero mi experiencia en la isla había cambiado mi perspectiva sobre muchas cosas. Agradecido con mis nuevos amigos, me despedí prometiendo volver algún día para seguir aprendiendo y ayudando en lo posible.

FIN.

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