La Isla de la Amistad



En una isla desierta, Emilia, Pepe y Ulises eran grandes amigos que disfrutaban explorando juntos.

Un día, mientras recorrían la isla en busca de tesoros escondidos, Ulises se separó del grupo sin darse cuenta y terminó perdiéndose en la densa selva. "¡Ulises! ¡Ulises! ¿Dónde estás?" -gritaba Emilia preocupada, mientras buscaba entre los árboles junto a Pepe. El sol comenzaba a ponerse y el miedo de no encontrar a Ulises crecía en sus corazones.

Sabían que en la isla habitaban peligrosos cocodrilos que acechaban en las aguas cercanas. "Debemos encontrar a Ulises antes de que caiga la noche y los cocodrilos salgan de caza" -dijo Pepe con determinación.

Decidieron armar un plan para buscar a su amigo perdido sin exponerse demasiado al peligro de los reptiles hambrientos.

Con valentía y astucia, se adentraron más en la selva siguiendo las huellas de Ulises hasta llegar a un claro donde divisaron algo inesperado: una cueva oculta detrás de una cascada. "¡Miren allí! Puede ser que Ulises se haya refugiado ahí" -exclamó Emilia señalando hacia la cueva. Con cuidado, se acercaron al lugar y llamaron por el nombre de su amigo.

Para sorpresa de todos, Ulises salió corriendo visiblemente asustado pero ileso. Les contó cómo había perdido el rumbo y había encontrado refugio en la cueva al escuchar los rugidos lejanos de los cocodrilos.

"¡Estamos tan contentos de haberte encontrado sano y salvo!" -dijo Pepe abrazando a Ulises con alivio. Sin embargo, su alegría duró poco cuando escucharon el sonido amenazante proveniente del agua: los cocodrilos se estaban acercando atraídos por el ruido y el movimiento.

Sin tiempo que perder, los amigos buscaron rápidamente una salida segura mientras los reptiles rodeaban la zona. "¡Debemos ser inteligentes para escapar sin hacernos daño!" -exclamó Emilia con determinación mirando fijamente a sus amigos.

Con ingenio y trabajo en equipo lograron desviar la atención de los cocodrilos utilizando ramas como señuelo para ganar tiempo hasta alcanzar un bote abandonado en la orilla. Remaron con todas sus fuerzas hacia alta mar dejando atrás a los peligrosos reptiles que no pudieron alcanzarlos en aguas profundas.

Finalmente, exhaustos pero felices por haber superado juntos esta aventura llena de emociones encontradas, llegaron sanos y salvos a la costa donde fueron recibidos con alegría por otros exploradores que habían notado su ausencia.

Desde ese día, Emilia, Pepe y Ulises aprendieron lo importante que es mantenerse unidos ante cualquier adversidad y nunca dejar atrás a un amigo en apuros.

Juntos descubrieron que con valentía, astucia y solidaridad pueden enfrentar cualquier desafío incluso en medio de una isla desierta repleta de peligros inesperados.

FIN.

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