La Isla de la Tormenta Divertida



En medio del océano azul, había una pequeña isla rodeada de palmeras y arena dorada. El sol brillaba casi todos los días, pero, un día, oscureció y comenzó a llover con mucha fuerza. Lana, una niña con una gran imaginación, y su amiga Lana la tortuga, se miraron preocupadas.

"-¡Ay, qué tormenta! ¿Qué vamos a hacer ahora?" dijo Lana, mirando por la ventana de su cabaña.

"-No te preocupes, Lana. Las tormentas pasan, pero mientras tanto, podemos divertirnos juntas", respondió Lana la tortuga, moviendo su pequeña cabecita.

Lana pensó por un momento.

"-Tenés razón, ¡pero no se me ocurre nada!"

"-Podemos jugar a un juego improvisado. ¿Qué tal un concurso de cuentos?" propuso Lana la tortuga.

"-¡Es una genial idea! Yo empiezo", exclamó Lana emocionada.

Y así, Lana comenzó a contar la historia de un pequeño pez que soñaba con explorar el mundo más allá del océano. Mientras narraba, de a poco se fue sumergiendo en la aventura que describía, haciendo gestos y cambiando su voz para cada personaje.

"-¡Y cuando el pez salió de su arrecife, se encontró con un delfín que sabía bailar!" continuó Lana.

"-¡Me encanta!" dijo Lana la tortuga, aplaudiendo con sus aletas. "Ahora es mi turno. Voy a contarles sobre una tortuga aventurera que decidió viajar a la luna en su cohete construido con hojas"

Ambas comenzaron a disfrutar del juego, contando cuentos cada vez más fantásticos. La tormenta seguía rugiendo afuera, pero en su cabaña, risas y fantasía llenaban el espacio.

Después de un rato, se detuvieron para tomar un descanso.

"-¿Sabes qué?" dijo Lana la tortuga, con una idea brillante. "Podríamos hacer un libro de nuestros cuentos y dibujar las imágenes. Así, otros niños también podrían disfrutar de nuestras historias".

"-¡Qué idea tan maravillosa! Pongámonos a trabajar", exclamó Lana, llena de entusiasmo.

Con hojas de palmera y pedazos de conchas dibujaron, escribieron y compartieron sus cuentos. Cada historia era más emocionante que la anterior, y cada ilustración, un mundo nuevo por explorar.

Mientras estaban inmersas en su proyecto, Lana se dio cuenta que la lluvia empezaba a cesar y los truenos se hacían lejanos. A través de la ventana, un rayo de sol comenzó a asomarse.

"-¡Mirá, la tormenta se está yendo!" dijo Lana con una sonrisa.

"-¡Sí! Pero no olvidemos lo que aprendimos hoy: que siempre hay formas creativas de encontrar la diversión, incluso en los días oscuros", agregó Lana la tortuga.

Cuando finalmente salió el sol, Lana y Lana la tortuga miraron por la ventana hacia la isla que tanto amaban.

"-Nos quedamos con un hermoso recuerdo de esta tormenta", concluyó Lana.

"-Y ahora tenemos historias para compartir", afirmó Lana la tortuga, orgullosa de su libro recién creado.

Así, el día continuó entre juegos, risas y aventuras, y la lluvia de la tormenta solo se convirtió en un hermoso recuerdo de un día que, a pesar de todo, encontraron la manera de disfrutar juntas.

FIN.

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