La isla de la valentía



Había una vez un tío llamado Tomás que era maestro de una pequeña escuela en un pueblito costero.

Un día, decidió llevar a sus alumnos de excursión a una isla cercana para aprender sobre la naturaleza y disfrutar del aire libre. Tomás y los niños se prepararon con mucha emoción y llevaron todo lo necesario: comida, agua, ropa cómoda y hasta binoculares. Sin embargo, cometieron un gran error: olvidaron llevar una brújula.

Cuando llegaron a la isla, todos estaban maravillados por su belleza. Había árboles altos y frondosos, flores de colores brillantes y animales curiosos.

Pero mientras exploraban el lugar, se dieron cuenta de que no sabían cómo volver al barco que los había llevado hasta allí. -¡Oh no! ¡Nos hemos perdido! -exclamó Tomás preocupado. Los niños comenzaron a asustarse. No sabían qué hacer ni cómo regresar a casa. Estaban en medio de la isla sin ninguna orientación.

Pero Tomás decidió mantener la calma y pensar en una solución. Recordó las lecciones de supervivencia que había aprendido cuando era joven. -Chicos, tenemos que buscar algo alto desde donde podamos ver el mar -dijo Tomás-.

Si encontramos agua salada, sabremos hacia dónde está el este y podremos regresar al barco. Todos siguieron las instrucciones del tío Tomás y comenzaron a subir por una colina empinada en busca de algo alto.

Después de mucho esfuerzo, lograron llegar a la cima y vieron el mar extendiéndose frente a ellos. -¡Miren, agua salada! -exclamó uno de los niños. Tomás miró hacia el este y notó una pequeña isla en la distancia. Recordó que habían pasado por esa isla antes de llegar a la suya.

Esa era la dirección correcta para regresar al barco. Sin perder tiempo, todos comenzaron a caminar hacia el este, siguiendo las indicaciones del tío Tomás.

Durante el camino, encontraron un riachuelo donde pudieron beber agua fresca y lavarse las manos y la cara. Después de varios días de caminata y aventuras en la selva, finalmente llegaron a la orilla del mar donde se encontraba su barco.

Todos estaban felices y emocionados de regresar a casa sanos y salvos. En ese momento, Tomás les dijo a sus alumnos:-Chicos, hoy aprendimos una valiosa lección sobre la importancia de estar preparados y tener un plan B.

A veces cometemos errores o nos enfrentamos a situaciones difíciles, pero siempre podemos encontrar soluciones si mantenemos la calma y confiamos en nosotros mismos. Los niños asintieron con entusiasmo. Habían aprendido mucho durante su aventura en la isla perdida sin brújula.

A partir de ese día, prometieron ser más cuidadosos al prepararse para cualquier excursión futura. Y así termina esta historia inspiradora sobre cómo un tío maestro enseñó a sus alumnos importantes lecciones sobre supervivencia y resiliencia.

Recuerda siempre llevar contigo lo necesario e improvisar cuando las cosas no salgan como esperas.

FIN.

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