La isla de la valentía
Había una vez un niño llamado Joseph, de nueve años, que se despertó en una isla desierta. Al abrir los ojos, se dio cuenta de que estaba solo y asustado.
Pero en lugar de dejarse llevar por el miedo, decidió mantener la calma y buscar una manera de sobrevivir. Joseph comenzó a explorar la isla en busca de comida y agua. Encontró algunas frutas y bayas silvestres que le ayudaron a saciar su hambre.
También encontró un arroyo donde pudo beber agua fresca y pura. A medida que caminaba por la isla, recogió palos y ramas secas para hacer fuego.
Una vez que tuvo suficiente comida y agua, Joseph decidió construir un refugio para protegerse del sol durante el día y del frío durante la noche. Utilizó hojas grandes como techo y troncos como paredes.
Aunque no era tan cómodo como su cama en casa, se sentía orgulloso de haberlo construido con sus propias manos. Días pasaron y Joseph continuaba explorando la isla en busca de ayuda.
Un día, mientras caminaba por la playa, vio algo brillante entre las rocas: ¡una botella! La tomó emocionado y descubrió dentro un mensaje escrito por alguien atrapado en otra isla cercana. "¡Ayuda! Estoy atrapado en una isla vecina llamada Isla Esperanza. Por favor envía ayuda lo antes posible". Joseph sintió empatía hacia esa persona desconocida e inmediatamente ideó un plan para rescatarlo.
Decidió construir una balsa utilizando troncos y lianas que encontró en la selva. Trabajó duro durante días, atando los troncos juntos y asegurándose de que todo estuviera bien sujeto.
Finalmente, llegó el día en que Joseph estaba listo para partir hacia Isla Esperanza. Subió a la balsa y remó con todas sus fuerzas. El viaje fue agotador y peligroso, pero Joseph no se rindió. Siguió adelante, impulsado por su determinación de ayudar a esa persona desconocida.
Después de horas luchando contra las olas, Joseph finalmente llegó a Isla Esperanza. Allí encontró a un hombre llamado Pedro, quien había estado atrapado allí durante semanas. "¡Gracias! ¡Eres mi salvador!" exclamó Pedro emocionado al ver a Joseph.
Joseph sonrió y respondió: "No hay de qué preocuparse. Estaba solo en una isla desierta también, así que sé cómo te sientes". Juntos construyeron otra balsa para regresar a casa.
Durante el viaje de regreso, Pedro le contó a Joseph historias sobre su aventura en la isla desierta y cómo logró sobrevivir gracias a su ingenio y valentía. Cuando finalmente llegaron a tierra firme, Joseph se dio cuenta de lo valiente y fuerte que era.
Aprendió muchas lecciones importantes durante su tiempo en la isla desierta: nunca rendirse ante los obstáculos, ser creativo para encontrar soluciones e incluso ayudar a otros en situaciones difíciles.
Desde ese día en adelante, Joseph siempre recordaría su experiencia en la isla como una prueba de fortaleza personal. Nunca olvidaría la lección de que, incluso en los momentos más difíciles, siempre hay una manera de sobrevivir y encontrar la esperanza.
Y así, Joseph continuó su vida con una nueva perspectiva y un corazón lleno de gratitud por cada desafío que enfrentaba.
FIN.