La Isla de los Colores Perdidos
En un mar lejano, había una pequeña isla llamada Coloria. Era famosa por sus paisajes vibrantes, donde cada flor brillaba con colores que nunca habías visto. Los habitantes de la isla cuidaban de sus maravillas con amor y dedicación, pero un día, un grupo de turistas llegó con la intención de hacer un gran espectáculo de fuegos artificiales.
"¡Vamos a hacer la fiesta más grande de todas!" - dijo uno de los turistas con entusiasmo.
Sin tener en cuenta el ecosistema de Coloria, decidieron encender fogatas y fuegos artificiales. Lo que no sabían era que el fuego se escaparía de su control.
"Miren esas llamas bailarinas, ¡qué hermoso!" - exclamó una mujer.
Pero la belleza se transformó rápidamente en caos. Los árboles comenzaron a arder y las flores, antes radiantes, se tornaron cenizas en un instante. La isla, que rebosaba de vida, comenzó a llorar con un silencio profundo.
Las aves volaron lejos buscando refugio y los ríos, que solían cantar, ahora murmuraban con tristeza. Todo en Coloria se convirtió en un cuadro gris.
"¡¿Qué hemos hecho? !" - gritó uno de los turistas al ver el desastre.
"No sabemos lo que hemos perdido... la belleza de esta isla," - dijo otro al contemplar la devastación.
Al día siguiente, los habitantes de Coloria se reunieron para evaluar la situación. Todos estaban tristes, pero una niña llamada Lila se atrevió a hablar.
"Si queremos que Coloria vuelva a ser hermosa, debemos trabajar juntos. ¡Yo tengo una idea!" - propuso Lila con una chispa en sus ojos.
Los aldeanos, aún con el peso de la tristeza, miraron a la pequeña con curiosidad.
"Podemos plantar nuevas flores y cuidar de cada una de ellas. Si todos colaboramos, Coloria recuperará su color" - dijo Lila, entusiasmada.
Los adultos se miraron entre ellos, dudando si eso cambiaría algo, pero decidieron darle una oportunidad. Así fue como comenzaron a plantar semillas.
Días y semanas pasaron, y al principio, sólo veía tierra seca y cenizas. Pero con el incansable trabajo de todos, comenzaron a brotar pequeñas plántulas.
"¡Miren!" - dijo un anciano con ojos brillantes. "¡Las flores están volviendo!"
Lila y los habitantes, felices, siguieron cuidando de su isla. A medida que el sol brillaba, el verde se iba adueñando del paisaje, y pronto, los colores comenzaron a florecer nuevamente.
Los turistas, al regresar, se sorprendieron al ver la transformación.
"Ustedes han hecho un verdadero milagro" - dijo uno de ellos, con la mirada llena de admiración. "No solo deben admirar la belleza de la naturaleza, sino también cuidarla y protegerla."
Fue en esos momentos que los turistas decidieron ser parte de la comunidad y ayudar a crear conciencia sobre la importancia de cuidar la naturaleza, organizando talleres sobre preservación ambiental.
Coloria, con el tiempo, se volvió más vibrante que nunca, llena de flores que danzaban con el viento, y la isla se unió para proteger su hogar.
"Nunca olvidemos lo que pasó, aprendamos de nuestra historia" - dijo Lila, siempre con una sonrisa, mientras contemplaba las nuevas flores que habían crecido. A partir de ese día, Coloria no solo volvió a florecer, sino que también se convirtió en un símbolo de amor y respeto por la naturaleza.
Y así, cada año, en el mismo día, todos celebraban el festival de los colores y recordaban aquella triste historia, como un recordatorio de que en unidad se pueden lograr grandes cosas.
"¡Vivan los colores de Coloria!" - gritaban todos a coro, celebrando su responsabilidad hacia la naturaleza y la vida en la isla.
FIN.