La Isla de los Colores Perdidos



En un rincón del mundo, había una isla peculiar llamada Arcoíris. En Arcoíris, todo era brío y alegría; los árboles eran de colores vivos, las flores cantaban al viento y los ríos eran de lechita. Sin embargo, los habitantes de la isla, unos pequeños seres llamados Colorines, empezaron a notar que los colores se estaban desvaneciendo.

Una fría mañana, Cuca, una Colorina con mucho espíritu aventurero, decidió averiguar qué estaba pasando. "¡Vamos, amigos! Debemos recuperar los colores de nuestra isla!" - gritó con su energía contagiosa, atrayendo a sus amigos Rolo y Lumi. Rolo era un Colorín muy huraño, que prefería quedase en casa leyendo libros polvorientos, mientras Lumi era una Colorina soñadora que amaba dejar volar su imaginación.

"No sé si sea buena idea, Cuca. El mundo allá afuera puede ser..." - empezó a decir Rolo.

"¡Aburrido, lo sé! Pero tengo una idea brillante. ¡Podemos buscar el origen de los colores!" - replicó Cuca, con una chispa en sus ojos. "Fijate en la montaña central, todos los caminos comienzan y terminan allí. Vamos a descubrirlo juntos!" -

Y así, el trío partió hacia la montaña. En el camino, se encontraron con un dragón amarillo que no dejaba de llorar.

"¿Qué te pasa, amigo dragón?" - preguntó Cuca.

"Perdí mi fuego brillante y no puedo volver a volar. Sin él, mi color se desvanece!" - sollozó el dragón.

"¡Podemos ayudarte!" - dijo Lumi entusiasmada.

Juntos, los Colorines y el dragón decidieron buscar el fuego en el fondo del bosque sombrío. Allí, se encontraron con seres extraños: Criaturas en forma de sombra que susurraban secretos perdidos.

"¿Entonces hay colores en la oscuridad?" - preguntó Rolo, asustado.

"Claro, pero necesitamos al menos un color para encender el fuego nuevamente," - respondió una sombra transparente.

Con valentía, Cuca se acercó a la sombra y le dijo: "¿Nos podrías ayudar? Solo queremos recuperar los colores de nuestra isla y el fuego del dragón."

"Está bien. Deben compartir sus historias más brillantes y divertidas, y a cambio, recibirán el color que necesiten."

Los Colorines comenzaron a relatar sus aventuras: Cuca narró cómo había una vez una tormenta que pintó la isla; Rolo, a regañadientes, habló sobre una fogata donde todos bailaban felices. Poco a poco, la oscuridad comenzó a llenarse de tonos y luces.

Entonces, el dragón voló alto y volvió con un fuego resplandeciente. "¡Lo logramos!" - gritó, moviendo sus alas llenas de colores mágicos.

El grupo regresó triunfante a la montaña. En el pico, encontraron una fuente que destilaba colores y al acercarse.

"¡Agua de colores!" - exclamó Lumi. "¡Vamos a llenarnos!"

Sin embargo, al llenarse de color, la fuente habló. "El color no es solo para verse, sino para ser compartido. ¿Qué harán con él?"

"Haré un festival de colores" - dijo Rolo, dejando atrás su timidez.

"¡Sí! Todos en Arcoíris verán nuevamente un espectáculo luminoso!" - gritó Cuca, emocionada.

Prepararon el festival, y durante la celebración, los colores se restablecieron en la isla. Desde entonces, los Colorines aprendieron que los colores vibrantes no eran solo algo que uno poseía, sino que se fortalecían con las historias y el compartir entre amigos.

Así fue como Cuca, Rolo y Lumi se convirtieron en los nuevos héroes de Arcoíris y el dragón, al recuperar su fuego, volvió a surcar los cielos. Colorines y criaturas del bosque continuaron compartiendo historias, utilizando su potencial para resaltar la belleza de la unidad y la amistad.

Y así, la isla de Arcoíris brilló más que nunca, llena de risas, colores y, sobre todo, de amor entre seres quizás tan diferentes, pero todos vibrantes en su propio ser.

FIN.

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