La Isla de los Derechos Perdidos
En un rincón del océano, lejos de la civilización, existía una isla mágica llamada Isla Escuela. En ella, todos los niños podían aprender y jugar sin límites. Pero un día, la isla comenzó a perder su magia porque el Consejo de los Mayores decidió que los derechos de los niños no eran importantes. La isla se volvió gris y triste, y la risa de los pequeños se ahogó en un silencio preocupante.
Una tarde, un grupo de niños liderados por Sofía, una aventurera curiosa, decidió que algo debía hacerse.
"¡No podemos dejar que la Isla Escuela se convierta en un lugar triste!" - exclamó Sofía, reuniendo a sus amigos en un claro.
"Pero, ¿cómo vamos a cambiar las cosas?" - preguntó Tomás, siempre un poco escéptico.
"¡Podemos buscar a la Guardiana de los Derechos! Se dice que vive en la cueva del arco iris y que ella sabe cómo devolver la magia a la isla!" - sugirió Lucía, con los ojos brillantes de esperanza.
Así, decidieron emprender un viaje hacia la cueva. Durante el camino, encontraron una serie de obstáculos: un río caudaloso, un bosque oscuro y un campo de espinas. Pero con trabajo en equipo, lograron superar cada desafío. Al llegar a la cueva del arco iris, fueron recibidos por la Guardiana.
"¡Bienvenidos, niños!" - dijo con voz melodiosa. "He estado esperando su llegada. ¿Qué los trae por aquí?"
"Queremos devolver la magia a la Isla Escuela, pero los derechos de los niños han sido olvidados y no sabemos cómo recuperarlos" - contestó Sofía con determinación.
"Los derechos de la infancia son como los colores del arco iris; juntos forman una hermosa imagen. Si uno falta, la isla pierde su esencia. ¿Están dispuestos a aprender sobre ellos y luchar por ellos?" - preguntó la Guardiana.
Los niños asintieron fervientemente. Así, la Guardiana les explicó los derechos fundamentales:
"Ustedes tienen derecho a ser escuchados, a jugar, a aprender y a ser protegidos. Estos derechos son universales.``"
"¿Y cómo podemos asegurarnos de que todos los niños los tengan?" - preguntó Tomás.
"Debes compartir este conocimiento y recordar que todos juntos pueden hacer una gran diferencia. Ahora, elijan un color del arco iris y piensen en una acción que puedan realizar para defender ese derecho" - sugirió la Guardiana.
Cada niño eligió un color y una acción. Sofía elige el rojo y decide organizar una reunión para que todos los niños expresen sus ideas. Lucía elige el amarillo y planea juegos que enseñen sobre derechos. Tomás elige el azul y propone una campaña para que los mayores comprendan la importancia de escuchar a los niños.
Emocionados, regresan a Isla Escuela, y con sus nuevas ideas, comienzan a trabajar. La isla poco a poco empieza a cambiar. Los mayores se interesan por lo que los niños tienen que decir, y la risa y el juego regresan a los corazones de todos.
Un día, mientras estaban en el claro, el sol brilló más que nunca y los colores del arco iris iluminaron la isla nuevamente.
"¡Lo conseguimos! La magia está de vuelta!" - gritó Sofía.
Los niños, inseparables y emocionados, decidieron que, de esa manera, nunca permitirían que los derechos de los niños fueran olvidados.
Desde entonces, la Isla Escuela fue conocida como la Isla de los Derechos, donde todos los niños aprendieron a defender sus derechos y a cuidar unos de otros. Y así, tras un viaje lleno de aventuras y aprendizajes, la magia de la isla se mantuvo viva, regando sonrisas y esperanza por doquier.
"No olvidemos nunca lo que hicimos por nuestras voces. Juntos siempre seremos fuertes" - concluyó Sofía, mientras todos aplaudían con alegría.
FIN.