La Isla de los Sueños
Había una vez, en una isla muy remota rodeada de aguas cristalinas, vivían dos amigos: Andrea y José. Ambos tenían la piel de un cálido color moreno, y pasaban sus días explorando la isla, inventando juegos y disfrutando de la belleza de la naturaleza.
Un día, mientras paseaban por la playa, encontraron una botella flotante con un mensaje en su interior.
"¡Mirá, José! Una botella con un mensaje. ¿Qué tendrá adentro?" - dijo Andrea emocionada.
José, curioso, la destapó y sacó el papel. Al leerlo, sus ojos se iluminaron.
"¡Es un mapa! Dice que hay un tesoro escondido en la isla. ¿Deberíamos buscarlo?" - preguntó, saltando de entusiasmo.
"¡Sí! ¿Te imaginas lo que podríamos encontrar?" - respondió Andrea, con una sonrisa que brillaba tanto como el sol.
Juntos decidieron seguir el mapa. Caminaban entre los árboles altos, navegaban por pequeños ríos y saltaban sobre rocas. Pero no todo fue fácil.
Mientras seguían el mapa, llegaron a una cueva oscura.
"José, ¿estás seguro de que queremos entrar ahí?" - preguntó Andrea, con un poco de miedo.
"¡Vamos! Puede que el tesoro esté adentro. Además, estoy contigo. Todo va a estar bien" - le respondió José, tomando la mano de su amiga.
Entraron en la cueva y, poco a poco, sus ojos se acostumbraron a la oscuridad. Ruidos extraños resonaban en el interior, pero los amigos no se detuvieron. Cuando llegaron al final, encontraron un hermoso cofre cerrado con un candado.
"Pero, ¿cómo lo abrimos?" - se preguntó Andrea, observando el cofre con curiosidad.
"Quizás el mapa nos tenga una pista. Vamos a buscarla" - sugirió José.
Después de buscar, encontraron un pequeño poema en la pared de la cueva:
"Los amigos son el verdadero tesoro,
compartir risas y amor es lo que más valoro.
La clave para abrir este cofre encantado,
es recordar que juntos, nada será nunca olvidado."
"¡Es un mensaje para nosotros!" - exclamó Andrea.
"Claro, el verdadero tesoro es nuestra amistad. Y este cofre debe simbolizar eso. Pero si lo abrimos, podríamos encontrar algo especial" - agregó José.
Juntos, pusieron sus manos en el cofre y lo abrieron. Dentro había un espejo que brillaba radiante.
"Es un espejo... ¿dónde está el tesoro?" - preguntó Andrea decepcionada.
"¡Espera! Míralo bien. Este espejo refleja nuestra amistad. El verdadero tesoro está en lo que hemos compartido." - dijo José, mostrando una enorme sonrisa.
Andrea comenzó a reír y se sintió feliz. Comprendió que, aunque no habían encontrado oro ni joyas, habían descubierto algo mucho más valioso.
"Tienes razón. A veces, lo que buscamos está justo frente a nosotros" - asseguró Andrea, abrazando a José.
Decidieron regresar a casa, contentos, sabiendo que el tesoro más grande era el vínculo que habían creado juntos. Desde entonces, cada vez que miraban el espejo, recordaban su gran aventura y lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.
Aprendieron que lo importante no es siempre el resultado de una búsqueda, sino el camino recorrido y las personas con las que lo compartimos. Andrea y José siguieron explorando la isla, un lugar lleno de misterios y sorpresas, y jamás olvidaron que el mejor tesoro siempre sería su amistad.
Y así, la vida en la isla continuó, llena de alegría y tranquilidad.
FIN.