La Isla de los Sueños Olvidados



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Cuentilandia, una niña llamada Luli. Luli era una niña muy curiosa y soñadora. Siempre se pasaba el día mirando al cielo y soñando con aventuras increíbles. Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, Luli se encontró con un viejo cofre enterrado entre las raíces de un árbol. Con gran esfuerzo, lo sacó y lo abrió.

Dentro del cofre había un mapa antiguo.

- ¡Guau! - exclamó Luli, mirando el mapa lleno de dibujos mágicos y caminos que llevaban a una isla misteriosa.

- ¿Qué será eso? - se preguntó en voz alta.

Decidida, Luli se armó de valor y decidió que debía encontrar la isla. Hizo una mochila con provisiones y se despidió de su mamá.

- ¡Mamá, me voy a buscar la Isla de los Sueños!

- Ten cuidado, Luli - respondió su mamá, sonriendo.

Luli siguió el mapa y caminó todo el día. En el camino, conoció a un pájaro que la miraba con curiosidad.

- ¿Vas a la Isla de los Sueños? - preguntó el pájaro.

- Sí, tengo que encontrarla - aseguró Luli.

- ¿Por qué? - preguntó el pájaro, que era muy charlatán.

- Quiero cumplir mis sueños. - dijo Luli, con determinación.

El pájaro se rió.

- ¿Y qué sueños tienes, pequeña?

- Quiero volar como vos, quiero pintar el cielo de colores y quiero ser amiga de todos los animales del mundo. - explicó Luli, emocionada.

- ¡Esa es una gran lista! ¿Sabías que muchas veces los sueños se quedan en la mente de las personas? - dijo el pájaro.

- ¿Cómo? - preguntó Luli, frunciendo el ceño.

- Cuando las personas dejan de creer en ellos, esos sueños se apilan en una isla olvidada, lejos de su alcance. - explicó el pájaro.

Luli pensó en ello y determinó que debía encontrar esa isla antes de que sus sueños se perdieran.

Así que continuó su camino. El sol empezó a caer y, de repente, apareció un camino iluminado por luciérnagas. Siguiendo la luz, Luli se encontró con un viejo río. Estaba lleno de peces brillantes. Al acercarse, un pez saltó y la saludó.

- ¡Hola, Luli! He oído que buscas la Isla de los Sueños.

- Sí, quiero recuperarlos antes de que se pierdan. - respondió.

- ¿Sabías que muchos niños llegan hasta aquí, pero no saben cómo cruzar el río? - preguntó el pez.

- ¿Cómo se cruza? - Luli estaba ansiosa.

- Tienes que hacer una pregunta y, si la respuesta es sincera, el río te ayudará. - dijo el pez.

Luli pensó un momento y, con voz firme, preguntó:

- ¿Qué debo hacer para que mis sueños no se olviden?

El pez sonrió y respondió:

- Tienes que creer en ti misma y actuar por ellos. Dar pequeños pasos y ser constante. Recuerda, los sueños son como semillas: hay que regarlas todos los días. - Un grupo de peces brillantes comenzó a formar un camino sobre el río. La niña cruzó con valentía. Al otro lado, el mapa brillaba.

- ¡Lo logré! - exclamó.

Finalmente, Luli llegó a la Isla de los Sueños. Allí, vio sus sueños flotando en globos de colores. Pero también pudo ver los sueños de muchos otros niños.

- ¿Qué hará con todos esos sueños? - preguntó el pájaro, que la había seguido.

- Creo que cada uno de ellos necesita una segunda oportunidad. - dijo Luli, decidida.

Entonces, Luli, junto con el pájaro y el pez, comenzó a liberar los globos. Al soltarlos, cada sueño comenzó a brillar más intensamente y volar hacia el cielo.

- ¡Vamos a ayudar a que todos crean en sus sueños! - gritó Luli.

A partir de aquel día, Luli no solo cumplió su propio sueño de volar y pintar el cielo, sino que también ayudó a otros a creer en los suyos. Así, la Isla de los Sueños dejó de ser un lugar olvidado, y se convirtió en el lugar donde los sueños se hacían realidad, gracias a la valentía de una niña que nunca dejó de soñar.

Y así, Luli aprendió que los sueños deben ser cuidados y que nunca es tarde para empezar a cumplirlos.

FIN.

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