La Isla del Misterio



Era un hermoso día de verano y Jaz y Rebe estaban emocionadas de viajar en avión hacia una isla exótica. Mientras el avión surcaba las nubes, las dos amigas reían y jugaban con sus nuevos amigos que también iban a disfrutar de las vacaciones.

"¡No puedo esperar a probar las frutas tropicales!" - dijo Jaz.

"Y a hacer castillos de arena en la playa!" - respondió Rebe.

Pero de repente, el avión comenzó a temblar y las luces parpadearon.

"¿Qué está pasando?" - preguntó Rebe, un poco asustada.

Las luces se apagaron por completo y un extraño ruido llenó el aire. Cuando las luces regresaron, todos vieron una sombra aterradora: un monstruo animal con grandes ojos amarillos.

"No se asusten!" - gritó el piloto, intentando mantener la calma. Pero antes de que alguien pudiera reaccionar, el avión comenzó a caer.

"¡A su cinturón!" - exclamó Jaz, mientras se aferraba a Rebe.

El avión se estrelló en una isla desierta, con un fuerte estruendo. Jaz y Rebe se despertaron un poco aturdidas, pero sin heridas. Estaban rodeadas de nuevas voces y risas.

"¿Dónde estamos?" - preguntó Rebe.

"Creo que en una isla. Hay que encontrar ayuda!" - dijo Jaz mientras miraban alrededor.

Los demás pasajeros se unieron a ellas, y así formaron un grupo improvisado.

"Si vamos a escapar de esta isla, necesitamos organizarnos. Primero, debemos buscar comida y agua. Luego, podremos hacer una señal de humo en la playa para que alguien nos vea." - propuso un niño llamado Tomás.

Todos asintieron, y juntos comenzaron a explorar. Rebe encontró un arroyo de agua dulce y Jaz, con su ingenio, hizo un pequeño refugio con hojas y palos.

"¡Mirá! ¡Hay cocos!" - dijo Jaz al ver una palmera repleta de frutos.

"¡Y son ricos en agua!" - agregó Tomás, lanzando uno al suelo. Todos empezaron a reírse y compartir su primer banquete en la isla.

Sin embargo, la aventura no terminó ahí. De repente, el monstruo apareció nuevamente, asomándose tras unos arbustos. Esta vez, no se veía tan aterrador. Tenía una mirada amistosa, como si buscara compañía. Jaz y Rebe se acercaron lentamente.

"Hola, gran amigo. ¿Eres el que hizo que el avión cayera?" - preguntó Jaz.

El monstruo asintió con la cabeza y, sorprendentemente, habló:

"No quería asustarlos, solo buscaba ayuda. Me perdí de mi hogar y no sé cómo volver."

Rebe, que siempre había tenido un gran corazón, dijo:

"Podemos ayudarte. Si nos muestras el camino, prometemos ayudarnos mutuamente."

El monstruo sonrió, y juntos empezaron a trabajar en equipo. A través de su viaje por la isla, todos aprendieron sobre el valor de la amistad, la cooperación y la perseverancia.

Exploraron cuevas, construyeron un bote y recogieron frutas y plantas. Rebe aportó su conocimiento sobre mapas, mientras Jaz ayudó a encontrar las mejores rutas. El monstruo se convirtió en su guardián y guía.

Finalmente, después de muchas aventuras, descubrieron un pequeño puerto donde podían construir su bote.

"¡Lo logramos!" - gritó Tomás con alegría.

Con gran esfuerzo, lograron construir un barco con troncos y hojas. El monstruo sonrió orgullosamente por su nueva amistad.

"Nunca pensé que encontraría amigos aquí" - dijo el monstruo, emocionado.

"Todos merecemos una segunda oportunidad, incluso aquellos que asustan. ¡Vamos a casa!" - dijo Rebe.

Con sus corazones llenos de alegría, Jaz, Rebe, Tomás y el monstruo navegaron juntos, regresando a casa y narrando su historia a todos. Aprendieron que a veces, la valentía y la amistad pueden convertir incluso a los más aterradores monstruos en grandes amigos. Y así, todos volvieron a sus vidas, con una gran aventura en sus corazones y con nuevos amigos para siempre.

FIN.

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