La jicotea mágica y la semilla encantada
Había una vez un pequeño pueblo llamado Villa Verde, donde todos los habitantes vivían de la agricultura. En el centro del pueblo se encontraba un pozo mágico que proveía agua a todos los sembrados.
Este pozo era cuidado por don Tomás, un anciano amable y sabio. La primavera había llegado a Villa Verde, pero algo extraño estaba sucediendo. El pozo comenzó a secarse y los cultivos se marchitaban poco a poco debido a la sequía.
Los habitantes estaban preocupados y no sabían qué hacer. Un día, mientras caminaba cerca del pozo, don Tomás vio algo inusual en el fondo: una jicotea atrapada entre las rocas. La jicotea estaba asustada y debilitada por falta de agua.
Don Tomás decidió rescatarla y llevarla al río cercano para que pudiera beber agua fresca. Al llegar al río, la jicotea le habló:"¡Muchas gracias por salvarme! Soy Laura, la Jicotea Mágica.
Tengo el poder de traer lluvia cuando alguien me ayuda". Don Tomás sonrió sorprendido e intrigado por las palabras de Laura. "¿Podrías ayudarnos entonces? Nuestro pozo se está secando y nuestros cultivos están muriendo", dijo don Tomás esperanzado.
Laura asintió con entusiasmo y les explicó que necesitaría algo especial para invocar la lluvia: una semilla mágica que solo podía ser encontrada en lo más alto del árbol sagrado ubicado en lo profundo del bosque encantado.
Sin perder tiempo, don Tomás reunió a los habitantes del pueblo y les contó sobre la jicotea mágica y su misión para traer lluvia. Todos estaban emocionados y decidieron ayudar en la búsqueda de la semilla mágica.
El camino al bosque encantado era peligroso y lleno de obstáculos, pero juntos enfrentaron cada desafío. Cruzaron ríos caudalosos, esquivaron trampas y sorteaban criaturas fantásticas. Finalmente, llegaron al árbol sagrado. Don Tomás trepó con cuidado hasta lo más alto y encontró una pequeña caja dorada que contenía la semilla mágica.
Al bajar del árbol, todos celebraron el éxito de su misión. Regresaron al pueblo emocionados por el futuro que les esperaba. Prepararon el terreno para plantar la semilla mágica con mucho amor y dedicación.
Días después, mientras dormían plácidamente, un sonido suave comenzó a resonar en toda Villa Verde: ¡la lluvia había vuelto! Los habitantes se despertaron con alegría corriendo hacia sus cultivos para ver cómo crecían sanos y fuertes nuevamente.
Don Tomás agradeció a Laura por su ayuda invaluable mientras veía cómo Villa Verde volvía a ser un lugar lleno de vida gracias a la lluvia constante que caía sobre sus tierras.
Desde aquel día, don Tomás enseñó a todos los niños del pueblo sobre el valor del trabajo en equipo y cómo nunca debemos subestimar el poder de una pequeña ayuda cuando se necesita.
Y así fue como Villa Verde se convirtió en un lugar próspero y feliz, donde todos aprendieron la importancia de cuidar del medio ambiente y trabajar juntos para superar cualquier desafío que se les presentara. Fin.
FIN.