La jinete valiente



Había una vez en un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires, una niña llamada Micaela que desde muy pequeña había desarrollado una gran pasión por los caballos.

Todos los días, después de la escuela, corría hacia el campo donde vivían estos majestuosos animales para acariciarlos y montarlos. Un día, mientras paseaba por el campo, Micaela vio a lo lejos un caballo blanco con manchas negras que parecía necesitar ayuda.

Se acercó con cuidado y se dio cuenta de que el caballo tenía una pata lastimada. Sin dudarlo, decidió quedarse con él para cuidarlo y curarlo.

Micaela pasaba todas sus tardes junto al caballo blanco, al que llamó —"Estrella" , porque brillaba como una en el cielo nocturno. Le limpiaba la herida, le daba de comer y lo consolaba cuando sentía dolor. Poco a poco, Estrella fue mejorando gracias a los cuidados amorosos de Micaela.

Un día, mientras Micaela estaba cepillando a Estrella, llegó al campo un hombre mayor llamado Don Juan, quien resultó ser el dueño del caballo.

Al ver el cariño y la dedicación con la que Micaela cuidaba a Estrella, Don Juan le propuso algo inesperado:"Micaela, veo que amas a los caballos tanto como yo. ¿Te gustaría aprender todo sobre su cuidado y entrenamiento? Podrías convertirte en una gran jinete". Los ojos de Micaela se iluminaron de emoción ante esa propuesta tan maravillosa.

Aceptó sin dudarlo y comenzó a aprender todo lo que Don Juan le enseñaba sobre cómo montar a caballo, cómo comunicarse con ellos y cómo cuidarlos adecuadamente.

Con el tiempo, Micaela se convirtió en una excelente jinete e incluso participó en competencias ecuestres donde demostraba su destreza y amor por los caballos. Estrella siempre fue su compañero fiel en cada carrera y juntos ganaron numerosos premios. La historia de Micaela y Estrella se convirtió en inspiración para todos en el pueblo.

Muchos niños empezaron a interesarse por los caballos y a aprender sobre su manejo gracias al ejemplo de dedicación y superación de Micaela.

Y así, entre carreras emocionantes y momentos tiernos junto a Estrella, Micaela descubrió su verdadera pasión y talento: trabajar con caballos. Siempre recordaría aquel día en que decidió ayudar a un noble animal herido, marcando así el inicio de una hermosa aventura llena de aprendizaje, amistad y amor hacia los equinos.

FIN.

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