La Jirafa Nodier y Su Sueño del Básquet



Había una vez en la gran sabana africana una jirafa muy especial llamada Nodier. A diferencia de sus amigas jirafas, que pasaban el día comiendo hojas de los árboles, Nodier soñaba con jugar al básquet. Desde muy pequeña, había visto a los otros animales jugar con una pelota en el claro del bosque, y siempre anheló ser parte de ese divertido juego.

Un día, mientras Nodier observaba a los animales jugar, decidió acercarse y hablarles.

"Hola, amigos. Me gustaría jugar al básquet con ustedes", dijo Nodier con una voz tímida.

Los animales se miraron entre sí, y el león, que era el rey de la selva, respondió:

"¿Jugar? Pero, Nodier, no puedes. Eres muy alta, y la pelota es muy pequeña para tus patas. Además, ¿cómo vas a lanzar la pelota?"

Nodier se sintió triste, pero no dejó que eso la detuviera. Fue a casa y habló con su abuelo, que era un viejo y sabio rinoceronte.

"Abuelo, quiero jugar al básquet, pero los otros animales dicen que no puedo", le contó Nodier.

El abuelo, que había visto muchas cosas en la vida, sonrió.

"No dejes que los demás decidan por ti. Si realmente quieres hacerlo, ¡practica! La altura puede ser una ventaja. Tal vez encuentres una forma única de jugar al básquet, algo que solo tú puedes hacer."

Animada por las palabras de su abuelo, Nodier se propuso entrenar. Comenzó a practicar lanzando la pelota con sus patas largas y fuertes. Al principio, fue complicado, pero con paciencia y esfuerzo, comenzó a mejorar.

Cada día subía a una colina para lanzar la pelota a un aro improvisado que había hecho con ramas y hojas. Un día, mientras practicaba, una pequeña cebra llamada Zola la vio.

"¡Wow, Nodier! ¡Qué impresionante! Nunca vi a una jirafa jugar al básquet. ¿Puedo unirme a ti?"

Nodier sonrió, feliz de tener una amiga con la que compartir su sueño. Juntas, comenzaron a entrenar, Zola pasaba la pelota y Nodier la lanzaba. De pronto, un montón de animales curiosos se agolpaban a verlas, incluido el león, que no podía creer lo que veía.

"No son tan malas después de todo", pensó el león.

Poco a poco, más animales se unieron. Una tortuga llamada Toto, una gacela llamada Nala, y hasta un loro llamado Lucho. Cada uno aportaba algo único a su juego, y pronto se formó un equipo. La jirafa se convirtió en la estrella del equipo gracias a su altura, mientras que Zola usaba su velocidad para llevar la pelota.

Un día, lugar donde solían jugar, decidieron organizar un torneo de básquet entre todos los animales de la sabana. Con la organización del león y el apoyo de todos, hicieron afiches y llamaron a todos los animales. El gran día llegó y todos estaban emocionados.

"¡Vamos, Nodier! ¡Muestra tu talento!", gritaban todos.

El torneo comenzó, y el equipo de Nodier jugó con todas sus fuerzas. Pero en la semifinal, se encontraron con un equipo muy fuerte de los elefantes, conocidos por su estrategia y trabajo en equipo.

En el último cuarto del partido, el marcador estaba empatado. Finalmente, era el turno de Nodier. A pesar de la presión, recordó las palabras de su abuelo.

"No dejes que los demás decidan por ti..."

Con una gran zancada, saltó más alto que nunca y lanzó la pelota hacia el aro. La multitud contuvo la respiración.

"¡Hoooola!", gritó el loro, agitando sus alas.

La pelota entró en el aro y el estadio estalló en aplausos. Nadie podía creer lo que había sucedido: ¡la jirafa había ganado el partido!

Nodier se sintió feliz no solo por ganar, sino por haber demostrado que, sin importar lo diferente que seas, puedes seguir tu sueño.

"Gracias, amigos. Esto es solo el comienzo. ¡Sigamos jugando juntos!", exclamó Nodier.

Desde ese día, Nodier y su equipo se convirtieron en leyendas del básquet en la sabana, y todos aprendieron una valiosa lección: el trabajo en equipo y la perseverancia son las claves para alcanzar los sueños, sin importar las diferencias.

Y así, la jirafa Nodier siguió jugando al básquet, siempre apoyada por sus amigos, demostrando que en el juego y en la vida, lo único que importa es creer en uno mismo.

FIN.

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