La Jirafa Solitaria y el Fiesta de los Animales



Había una vez, en la vasta sabana africana, una jirafa llamada Lila. Lila era alta y hermosa, con manchas marrones que brillaban bajo el sol. Pero había algo que a Lila la hacía sentir un tanto triste: se sentía sola. A pesar de que tenía muchos amigos, como el perro salvaje Max y la tortuga Tula, siempre sentía que no había alguien que realmente comprendiera su gran corazón.

Un día mientras paseaba, Lila vio a otros animales organizando una gran fiesta. La cebra, el león, la elefanta, y muchos más, se movían de un lado al otro, decorando el árbol más grande de la sabana con coloridos globos y luces brillantes.

"Hola, Lila! ¿Vas a venir a la fiesta esta noche?" - le preguntó la cebra, mientras ataba una cinta rosa en una rama baja.

"Eh... no sé. Creo que voy a quedarme en casa. Gracias, igual" - respondió Lila con una sonrisa que no ocultaba del todo su tristeza.

La cebra frunció el ceño y, acercándose más, le dijo: "¿Pero por qué te sientes así? Todos estaríamos muy felices de tenerte. A veces, uno se siente solitario, pero una fiesta es la mejor oportunidad para hacer nuevos amigos."

Lila suspiró y se dio vuelta. "No sé, nunca me siento realmente parte del grupo. Todos son tan distintos, y yo siempre voy mirando desde arriba."

Max, el perro salvaje, se acercó a ella y la miró con ternura. "Escuchame, Lila. Cada uno de nosotros tiene algo especial. ¡Tu altura es impresionante! Tal vez podrías ayudar a decorar el árbol desde lo alto."

Entusiasmada por la idea, Lila decidió unirse a los preparativos. Esa noche, con el cielo estrellado como telón de fondo y la luna llena iluminando todo, la jirafa usó su largo cuello para colgar guirnaldas y crema de cacahuate desde las ramas más altas.

"¡Miren lo que está haciendo Lila!" - exclamó la elefanta, levantando la trompa en señal de admiración. Todos se detenían para admirar su trabajo.

Lila comenzó a sentir que poco a poco su corazón se llenaba de alegría. Incluso, entre risas, accidentalmente dejó caer una guirnalda de color rojo que aterrizó sobre la cabeza del león.

"¡Ay!" - gruñó el león, pero cuando vio a Lila riéndose, no pudo evitar también reírse "Esto es más divertido de lo que pensaba."

Entonces, al darse cuenta de que aquel momento había roto el hielo, Lila comenzó a hablar con los diferentes animales. La fiesta fue todo un éxito; bailaron, comieron y compartieron historias. Max, el perro salvaje, la ayudó a encontrar a los demás animales que también se sentían un poco solos.

"¡Vamos a formar un círculo!" - propuso el perro. "Cada uno contará por qué le gusta ser quien es."

Así lo hicieron, y cada uno compartió su historia, sus sueños y sus miedos.

Cuando llegó su turno, Lila se llenó de coraje. "Soy Lila, la jirafa. A veces me siento sola, pero me he dado cuenta de que mientras más nos conocemos, más fácil es hacer amigos."

Todos aplaudieron y le sonrieron. La tristeza que una vez llevaba en su corazón se fue desvaneciendo entre sus nuevos amigos. La noche terminó con canciones y bailes, y Lila se sintió más querida que nunca.

Desde ese día, Lila aprendió que aunque a veces la soledad puede invadirnos, siempre hay oportunidades de conectar con los demás. Con el tiempo se volvió la organizadora de muchas fiestas, uniendo a los animales en hermosas amistades.

Así, la jirafa que una vez se sintió sola, ahora tenía un lugar importante en la comunidad de la sabana, donde todos la valoraban y la adoraban por ser quien era. Y así, Lila, la jirafa, comprendió que la verdadera amistad se construye cuando compartimos nuestras historias y nos abrimos a los demás.

FIN.

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